Lo primero que hay que entender es que no se puede vender cualquier cosa en cualquier lugar, existen ordenanzas municipales que establecen en cada caso los alimentos que pueden ser objeto de venta ambulante, en qué zonas de playa está prohibida y permitida y en las zonas en que sólo se permite la venta ambulante para bebidas envasadas y frutos secos o similares.
Pero que esté permitida la venta ambulante no significa que se pueda vender de todo, para la venta de alimentos los vendedores tienen que cumplir las normas al respecto, la española y la comunitaria, que regulan la obligación de mantenerlos a una temperatura adecuada y cumplir con unos requisitos de higiene en su manipulación. Estos son unos requisitos determinantes porque si los alimentos no se manipulan de manera higiénica pueden contaminarse con bacterias patógenas como Salmonella, Listeria y Escherichia coli.
Si, además, las temperaturas de refrigeración o mantenimiento en caliente no se respetan, las bacterias presentes en el alimento pueden multiplicarse hasta alcanzar niveles peligrosos para las personas consumidoras. Las frutas son muy sanas y seguras, pero no están exentas de riesgos: por ejemplo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) constató en 2014 que la bacteria Salmonella podía crecer rápidamente en el melón cortado conservado a temperatura ambiente, sin deterioro aparente de su aspecto.
Si los vendedores ofrecen a los bañistas frutas cortadas o peladas o zumos no pasteurizados listos para su consumo entonces deben haberlos preparado higiénicamente y haberlos mantenido en todo momento a una temperatura igual o inferior a 4 ºC, según explican los técnicos de la Aesan.
En caso de ser productos de la pesca frescos, como los que se venden en algunas playas de Cádiz, tienen que mantenerse a una temperatura próxima a la de fusión del hielo. Si se emplea hielo para su conservación, éste debe estar bien repartido, en suficiente cantidad y se tiene que ir añadiendo a medida que se funde, y siempre evitando mantener el pescado en contacto con el agua que resulte de la fusión del hielo.
Los productos lácteos o embutidos deben mantenerse a las temperaturas que indica el fabricante en el etiquetado.
Si se trata de productos de la pesca cocinados, el vendedor deberá mantenerlo en caliente a una temperatura superior o igual a los 63 grados o en refrigeración a una temperatura igual o inferior a 4 °C. Esas también son las condiciones que deben tener las comidas preparadas como las hamburguesas, arroces o ensaladas. Tienen que elaborarse con la menor antelación posible a su consumo y se deben servir cuanto antes, a menos que se refrigeren, congelen o se mantengan a una temperatura superior o igual a los 63 grados.
Si son refrigeradas se tienen que mantener a una temperatura igual o inferior a 4 grados si su vida útil es superior a las veinticuatro horas o a 8 grados si es inferior a ese tiempo.
Las intoxicaciones alimentarias
En verano se producen muchas más intoxicaciones alimentarias producidas por ingerir alimentos con gérmenes patógenos, esto se debe a las altas temperaturas y desde 2021 además han aumentado especialmente al pasar de los 400 brotes anuales a los 600.
Las tres infecciones as comunes en España son la salmonelosis, la diarrea o la infección por Escherichia coli, estas tres han recido un 12 % por cada grado que sube la temperatura más allá de los 34 según un estudio reciente de investigadores españoles recogido en la revista Science of the Total Environment.
Por eso, es importante saber cómo se deben tratar los alimentos con estas temperaturas para evitar intoxicaciones y síntomas como náuseas, vómitos, diarrea, dolor, calambres abdominales o fiebre ocasional. Son signos que, en algunos casos, obligarán al consumidor a acudir a un centro médico, donde el especialista le prescribirá un tratamiento para reemplazar los líquidos perdidos o antibióticos, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.