El estudio lo ha realizado por la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) y que publica BMJ Open Sport & Execise Medicine e indica que pausas activas de tres minutos cada media hora y durante cuatro horas es suficiente para alargar el sueño. Estos resultados han hecho que los autores crean que se debe revisar la recomendación de no hacer ejercicio antes de acostarse, porque en el estudio no se observaron alteraciones en la eficiencia del sueño.
La investigación se centró en la realización de tres ejercicios las sentadillas en silla, las elevaciones de pantorrilla y las elevaciones de rodilla de pie con extensiones de cadera con la pierna estirada, es decir, ejercicios que la investigadora principal, Meredith Peddie, ha explicado que son sencillos y no requieren de equipo ni mucho espacio y "se pueden hacer sin interrumpir el programa de televisión que se está viendo".
Los participantes
En el estudio participaron 30 personas de entre 18 y 40 años, no fumadores, que afirmaban tener más de cinco horas de sedentarismo durante el día en el trabajo y por la noche otras dos horas.
Cada participante completó dos sesiones de cuatro horas en un entorno de laboratorio controlado el mismo día de la semana, comenzando en torno a las 17:00-17:30 horas, y separadas por un periodo mínimo de 6 días.En una sesión, permanecieron sentados cuatro horas; en la otra, hicieron tres minutos de ejercicio de resistencia simple cada 30 minutos durante esas cuatro horas.
Después de las dos sesiones los participantes volvieron a su entorno normal. Los resultados muestran que, tras las pausas activas, los participantes durmieron 27 minutos más de media, en comparación con los que permanecieron sentados de forma prolongada. Los participantes se despertaron, de media, a las 07:35 de la mañana después de la intervención de la postura sentada prolongada y a las 08:06 de la mañana después de las pausas de actividad regulares.
El estudio indica que no hubo diferencias significativas en la eficiencia del sueño (sueño ininterrumpido) ni en el número de despertares durante la noche entre las dos intervenciones, lo que indica que las pausas de actividad no alteraron el sueño posterior. Los investigadores reconocen que sus conclusiones tienen varias limitaciones, como que el estudio contó con un número reducido de participantes y se realizó en un laboratorio, lo que puede no reflejar el comportamiento en la vida real.