En el marco del primer Día Mundial de los Glaciares, que se conmemora el 22 de marzo, la directora de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Audrey Azoulay, ha subrayado la necesidad de proteger estos ecosistemas esenciales, debido a que su degradación afectará a dos tercios de la agricultura de regadío mundial y al suministro de agua potable.

Por su parte, Álvaro Lario, presidente de ONU-Agua, destacó la importancia de apoyar a las comunidades que habitan en regiones montañosas, quienes enfrentan una creciente inseguridad alimentaria.

Más allá del suministro de agua, la desaparición de los glaciares tendrá un impacto en los paisajes, las culturas y las tradiciones de las poblaciones que dependen de ellos. La glacióloga francesa Heidi Sevestre alertó que los efectos del deshielo van más allá del recurso hídrico, ya que alteran los ecosistemas y las formas de vida de millones de personas en todo el mundo.

La campaña del Día Mundial de los Glaciares y del Día Mundial del Agua, celebrado el pasado 22 de marzo, resalta las consecuencias del rápido derretimiento de los glaciares, como inundaciones, sequías, deslizamientos de tierra y el aumento del nivel del mar. Naciones Unidas enfatiza que preservar estas masas de hielo es una estrategia de supervivencia y una prioridad absoluta para mitigar los efectos del cambio climático.

La UNESCO y ONU-Agua han pedido mayor cooperación internacional y políticas nacionales que protejan las montañas y los glaciares más allá de las cuencas fluviales densamente pobladas. Entre sus propuestas clave se incluyen la gestión sostenible del agua de deshielo, la implementación de estrategias de adaptación y una reducción drástica del consumo de combustibles fósiles.

La comunidad internacional enfrenta un desafío crítico: garantizar la protección de los glaciares y las montañasno solo como fuentes de agua, sino como ecosistemas esenciales para la estabilidad del planeta.

Por último, han destacado que las decisiones que se tomen en los próximos años determinarán el futuro del acceso al agua dulce y la seguridad alimentaria de miles de millones de personas.