El verano es una de las estaciones preferidas por millones de personas para acudir a playas, piscinas o parques. Lugares donde suelen comprarse y/o sujetarse alimentos ricos en azúcares, calorías y grasas, pero pobres en nutrientes como los pescaditos; helados; café; té; bebidas azucaradas o alcohólicas.
Comidas cuyo consumo supone más pesadez y dolencias (p.e. en las piernas), además de quitar el hambre y suponer una mala forma de alimentarse. Un apetito que, por tanto, también está relacionado con comer mal, algo habitual en grupos como niños, personas mayores y embarazadas los cuales tienen mayor riesgo de sufrir los impactos del calor, la deshidratación y de una alimentación deficitaria en nutrientes.
En este sentido cabe destacar que hay expertos, como la profesora e investigadora agregada de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Gemma Chiva-Blanch, que destacan el importante papel de las bebidas en esta situación.
Todas ellas llenan el estómago pues ahora se bebe más de la cuenta al sudar y perderse mucho más líquido,lo que hace que se envíe una señal de saciedad al cerebro mediante la hormona leptina. Así, se tiende a comer menos y a disponer de menos energías, que curiosamente son siempre menores en los meses estivales para la regulación de la tempertura corporal.
Por todo ello, se recomienda seguir los siguientes hábitos veraniegos para no descuidar la salud nutricional:
1. Optar por alimentos frescos, de temporada o crudos, a poder ser ensaladas enriquecidas con legumbres, pasta o arroz, que combinados aportan tanto la energía como las proteínas necesarias.
2. Beber gazpacho y tomar cremas frías (vichyssoise, crema de puerro...), que pueden enriquecerse con frutos secos y semillas. Es posible que les sigan un segundo plato solo de pescado a la plancha o de pasta.
3. Consumir más frutas y verduras, sin olvidarse del pescado azul. Tienen un alto contenido en vitaminas, minerales y antioxidantes, y reducen las posibilidades de tener enfermedades cardiovasculares. También, mucha agua para contribuir a una buena hidratación corporal.
4. Cambiar los snacks de entre horas por fruta. Puede elegirse la sandía, que contiene un 95 por ciento de agua, el melón; los melocotones; las cerezas; las ciruelas; los frutos rojos para una menor presión arterial o el plátano, que combate la fatiga que sentimos cuando el termómetro sube mucho.
5. No recurrir mucho a los fritos cuando se come fuera, ya que son ricos en aceites y grasas, sin olvidar que son de digestión pesada.
6. Seguir una cierta rutina y regularidad horaria en las comidas pese a estar de vacaciones o al aumento del número de horas con luz.