Los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Elena Molina y Daniel Lozano, así lo explicaban hoy en rueda de prensa junto al doctor Javier Molina, quienes participan esta semana en el curso Alergias alimentarias: un nuevo reto para el siglo XXI que se desarrolla por segundo año en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.

El curso, que tiene como objetivo dar una mayor visibilidad y repercusión a este tipo de alergias para que en el futuro dispongan de mejores diagnósticos y tratamientos, se centra en el estado actual de estas enfermedades, las estrategias a tomar desde el punto de vista de la industria alimentaria y en las posibles nuevas terapias que se pueden llevar a cabo para su tratamiento y prevención.

En concreto, una de las alergias alimentarias que cada vez es más común entre niños, adolescentes y jóvenes adultos, que representa ese paradigma del cambio y crecimiento exponencial en estas enfermedades, es la esofagitis eosinofílica.

Esta enfermedad no existía hace 30 años y en la actualidad afecta a una de cada 800 personas en España. Es producida por tres alimentos muy comunes en cualquier dieta, como son la leche de vaca, el trigo y los huevos que, además, no suelen estar implicados habitualmente en las alergias alimentarias comunes, que están más relacionadas con mariscos, frutos secos o legumbres,

La esofagitis eosinofílica produce, además, dificultad para tragar y atragantamientos frecuentes y se asocia a otras enfermedades alérgicas como el asma, la rinitis o la dermatitis atópica, lo que hace todavía más complejo su tratamiento y diagnóstico.

Algunas de las hipótesis para responder al por qué estos alimentos tan comunes desde tiempo están produciendo una reacción alérgica se enfocan en la higiene, el cambio de cultivo o el procesamiento de los alimentos, que en la actualidad es más acelerado, por lo que en el proceso hay algo que va cambiando la estructura de las proteínas de los alimentos.

Pero la razón exacta no se conoce y por ello la incidencia de las enfermedades alérgicas está disparada.

En algunas ocasiones, un mejor diagnóstico, gracias al avance en la investigación, hace que la prevalencia aumente, como ha ocurrido en los últimos años con el aumento de casos de celíacos, personas que antes no se sabía que eran alérgicas al gluten porque no había un diagnóstico preciso como el de la actualidad.

Sin embargo, esto no sucede con las anafilaxias, aquellas reacciones alérgicas graves que afectan a todo el organismo y se instauran a los pocos minutos de haber estado expuesto al alérgeno, porque la reacción no depende de la cantidad de la dosis ingerida.

Los expertos mencionan que los alimentos hipoalergénicos como el hidrolizado de clara de huevo, que permite su consumo a personas con sensibilidad a este alimento sin desencadenar una reacción al romperse la estructura de la proteína, podrían ser una posible estrategia que podría desarrollar la industria alimentaria.

Como ha advertido Lozano, se debe evitar que este número de alergias siga creciendo, porque va a repercutir socioeconómicamente y en el sistema público de salud de una forma muy extensa en los próximos años.