A pesar de la firma del Acuerdo de Montreal hace 36 años, el problema de su destrucción "no está resuelto", porque se adoptaron las "decisiones más importantes" que fue la "prohibición de las sustancias artificiales que destruyen el ozono". No obstante, "el tiempo de recuperación de la capa de ozono es muy largo y aún faltan décadas" para la regeneración de la también llamada ozonosfera, según el físico -especialista en astrofísica- de Greenpeace .
Este año el lema de la celebración es "El tratado de Montreal: recuperando la capa de ozono y reduciendo el cambio climático", sin embargo, según García Ortega, "no se ha dejado de utilizar" algunas sustancias que contribuyen tanto directa como indirectamente a dañar el ozono a pesar de que se prohibió su fabricación".
En mayo de 1985, los geofísicos británicos Joe Farman, Brian Gardiner y John Shanklin publicaron un estudio que demostraba una rápida reducción de la capa de ozono en la Antártida. Los científicos apuntaron a los gases clorofluorocarburos (CFCs) utilizados como refrigerantes en fungicidas, aerosoles o cosméticos como causantes de la destrucción de la capa de ozono en zonas australes, compuestos que fueron sustituidos por los hidrofluorocarbonos (HFC), tras la firma del Acuerdo de Montreal
Según García Ortega, el proceso "es muy largo hasta que la decisión se hizo efectiva en todo el mundo", y explica que además la industria química puso en circulación "otros gases sustitutivos (HFC), que también dañan el ozono y que también se prohibieron pero más tarde".
Y, a su vez, la industria química puso en circulación otros gases que "aunque no afectaban directamente al ozono, sí provocaban un agravamiento del calentamiento global, un agravamiento que indirectamente perjudica a la capa de ozono". El problema de este tipo de gases "está identificado y también están en proceso de ser prohibidos", pero es una medida que "todavía no se ha implementado", asegura el portavoz de Energía de Greenpeace.
Por tanto, "se sigue destruyendo la capa de ozono, porque las consecuencias de lo que se hizo durante años en el pasado, permanece y esos gases continúan actuando" e incide "la capa tardará muchas décadas en recuperarse completamente".
La paradoja, sostiene García Ortega, es que "todos estos compuestos son sustituibles", algo que se ha demostrado desde la firma del Acuerdo de Montreal, fecha desde la que "las alternativas se han ido desarrollando", pero, subraya, el problema es que "se ha tardado demasiado tiempo en actuar".
En su opinión, según los cálculos actuales, la recuperación de la capa de ozono se podría lograr para "2066 o de aquí a cincuenta años aproximadamente", aunque "no se puede establecer con precisión absoluta", pero es lo que se espera "siempre que no se de marcha atrás". Además, asevera, es necesario "erradicar totalmente" el uso de estas sustancias dañinas que "siguen circulando" y que no se agrave el cambio climático, que "también incidirá de forma directa en la posibilidad de recuperación de la capa de ozono".
En relación a la influencia de la erupción del volcán submarino Hunga Tonga en el adelantamiento de la formación del agujero de la capa de ozono este año, el astrofísico de Greenpeace explica que el proceso de destrucción del ozono se produce directamente por el cloro y el bromo que contienen los gases CFCs y para que esa reacción química se produzca tienen que darse unas condiciones físicas que la favorezcan.
Entre esas condiciones, dice, se incluye la "formación de unos cristales de hielo" en la atmósfera que facilitan la reacción, y eso "se ve ayudado" por erupciones volcánicas como la de este volcán submarino, y también por la época del año en la que se produce, que es la misma todos los años. Esas condiciones físicas "son naturales", explica, "lo que no es natural" son los compuestos químicos que destruyen el ozono y "eso es lo que está en nuestras manos suprimir".
Para acelerar la recuperación de la capa de ozono, asegura, "lo que hace falta es el cumplimiento íntegro del Acuerdo de Montreal con todas sus enmiendas", que incluyen todos los gases que directa o indirectamente influyen en la destrucción de la capa de ozono. El problema, señala, es que esos calendarios "todavía son lentos" y aunque se está en la fase de cumplirlos, cuanto antes se produzca la eliminación, mejor, porque, insiste, existen las alternativas para los gases, y lo que "no es justificable es destruir la capa de ozono -de la cual depende la vida en la tierra-, porque haya intereses económicos en seguir comercializando determinadas sustancias".
Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), organizadora junto a otras entidades de la 'XVIII Campaña Internacional de calibración e intercomparación de instrumentos para la medida de ozono total y radiación solar ultravioleta' celebrada en la Estación de Sondeos Atmosféricos del INTA en El Arenosillo (Huelva), el tratado de Montreal y su enmienda de Kigali, ha evitado la emisión de los HFCs, sustitutos de los CFC's, "potentes gases de efecto invernadero con una vida media superior a los 50 años".
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