El perfil del educador ambiental en España, profesión admitida como tal en la cumbre de Río en 1992, es el de una mujer en torno a los 30 años (alrededor del 70%), quien tiene actualmente una demanda muy alta en muchas instituciones pero carece del adecuado reconocimiento.
Uno de los objetivos esenciales de esta disciplina es concienciar sobre el cuidado del planeta para las nuevas generaciones y crear conciencia combinando lo cognitivo, lo afectivo y lo empírico.
El presidente de la Asociación Española de Educación Ambiental, Federico Velázquez de Castro, ha expresado que "Hoy existe un cajón de sastre donde cabe una gran diversidad de personas, muchas autodidactas, y sería deseable una formación universitaria o de posgrado".
Para Velázquez de Castro "cada vez son más necesarios estos traductores capaces de llevar el mensaje a la sociedad, porque los problemas ambientales continúan". "En España funcionan actualmente en torno a 600 centros de educación ambiental, que por término medio tienen una plantilla de entre cinco y diez trabajadores".
La floración y el cambio climático
"El ciudadano ve que el almendro florece en enero, pero no percibe el cambio climático". De ahí que haya que recurrir" a la ética, que permite actuar con un sentido de previsibilidad, de fomento de la solidaridad entre generaciones y pensar más allá del corto plazo".
"La educación ambiental, aún siendo un campo joven, también ha experimentado una evolución en el tiempo al haber pasado de un enfoque centrado en las ciencias naturales a las ciencias sociales". "Hoy tiene una visión más integrada y compleja para ir a la raíz de los problemas ambientales, que es una raíz social" ha finalizado diciendo el experto.