Científicos del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB), de la Universidad de Barcelona (UB), del Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS) francés y del Instituto Español de Oceanografía (IEO) alertan de la rápida degradación de los ecosistemas marinos, sobre todo en los últimos 20 años, y de su grave repercusión en todo el planeta.
En el libro "Marine Animal Forest" abordan el nuevo concepto de "bosque animal" y recuerdan el importante papel de los mares y océanos frente al cambio climático.
Los autores denuncian que, en los últimos años, el hombre está provocando cambios drásticos y acelerados en los ecosistemas marinos, alterando su capacidad natural para absorber los crecientes niveles de CO2 de la atmósfera.
El libro proporciona una visión general de los ecosistemas del fondo del mar y explica que un "bosque animal" está formado por las comunidades que residen en el fondo del mar (bentónicas) dominadas por corales, gorgonias, esponjas o bivalvos, que forman estructuras complejas que sirven a su vez de hogar a muchas otras especies.
Además incide en que el bosque animal marino" es la estructura más extensa del planeta, ya que el 70 % de la superficie del planeta está cubierta por mares y océanos y concentra el 90 % de la vida en la Tierra. Sin embargo, sólo conocemos un 5 % de lo que hay en el fondo del mar, desde un punto de vista biológico y de comunidades, lo cual es muy poco en comparación con la superficie terrestre, según señalan los científicos.
Los investigadores denuncian que la actividad humana está provocando una dramática pérdida de biomasa y biodiversidad y daña su capacidad de recuperación.
Según los biólogos, estos bosques animales no sólo proporcionan servicios ecosistémicos como alimento, protección y viveros para la fauna marina, sino que son fundamentales en los ciclos hidrodinámicos y biogeoquímicos de los fondos marinos, actuando como sumideros de carbono emitido por el hombre a la atmósfera.
Para los expertos, prácticas de pesca destructiva y excesiva, contaminación, acuicultura incontrolada, explotación petrolera y de gas y urbanización del litoral se suman a los efectos del cambio climático como el calentamiento global, la acidificación del agua, el incremento de los niveles del mar, la erosión de los icebergs o el aumento de la frecuencia y virulencia de los huracanes.
Todo esto conducirá a la degradación de la biodiversidad, la destrucción de las estructuras de los ecosistemas y la pérdida de servicios ecosistémicos, advierten en el libro, que avisa, entre otras cosas, de que las gorgonias están sustituyendo a los corales que desaparecen en zonas como el Caribe.
Las gorgonias son más flexibles ante los cambios, se aclimatan mejor, pero retienen menos carbono, sus estructuras no forman los arrecifes como lo hacen los corales duros y son menos resistentes ante los huracanes. El 99% de la energía de las olas que golpean las costas en épocas de huracanes es absorbida por los arrecifes de coral. Por lo que, su desaparición no hace más que acelerar el proceso de degradación de todo el planeta, concluyen los científicos.