De este modo, el 57,9% de las entrevistadas, según el informe de la Federación de Mujeres Jóvenes Apps sin violencia,se han sentido presionadas para tener sexo con los hombres con los que quedaron en redes sociales de citas y el 21,7% de las que tuvieron encuentros aseguraron que fueron forzadas a tener una relación sexual mediante violencia explícita.
En la misma línea, según un estudio publicado por la Comisión de la Banda Ancha para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el 73% de las mujeres habían vivido alguna forma de violencia de género en línea, mientras que el 61% de los atacantes eran hombres. Otros estudios, además, revelan que el 23% de las mujeres han experimentado acoso en línea al menos una vez en su vida y una de cada diez ha sufrido alguna forma de ciberviolencia desde los 15 años de edad.
Este tipo de violencia de género no resulta diferente a la que ya se daba en la sociedad antes de la llegada de internet, la novedad, señalan los expertos, es que ahora hay canales que pueden facilitarla o exacerbarla.
"El fenómeno es el mismo, pero tenemos que estudiar de qué manera estas tecnologías influyen en la exacerbación, la continuidad y la sensación de multiplicidad que genera la tecnología, porque muchas personas pueden estar acosándote a la vez. No podemos pensar que lo digital es 100% digital, siempre hay un contínuum entre vida digital y vida física", ha afirmado la coordinadora de la Unidad de Igualdad de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Maria Olivella.
La violencia machista, apunta, puede empezar en lo físico y continuar en lo digital, empezar en lo digital y continuar en lo físico o mantenerse en ambos espacios a la vez. Además, ha mencionado un mecanismo que se está usando con cierta frecuencia en la violencia machista digital: el phishing, es decir, un engaño a través de un mensaje, entre otros.
"Si bien la violencia machista digital tiene unas características muy concretas, es muy real y muy física, tanto sus consecuencias como lo que está pasando", ha añadido la coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC.
Como explica la profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, Rocío Pina, las víctimas de un delito contra la libertad sexual pueden tener la sensación de irrealidad, seguido de miedo intenso, sentimientos de vergüenza, culpa e indefensión. Se pueden sentir confusas, desorientadas y prevalecerá, por lo general, el sentimiento de pérdida de control ante lo ocurrido y la desesperanza por no saber cómo interpretar los hechos y actuar, alerta.
En caso de ser víctima de un delito, los expertos aconsejan poner una denuncia en la Policía, acudir a servicios municipales de atención psicológica o líneas de atención gratuita. En cuanto a la prevención, abogan por promoverla desde el ámbito social, educar en la identificación de estos actos y, en caso de cometerse, promover su denuncia.