Si queremos estar descansados y despiertos durante el día, no hay nada mejor ni más recomendable que disfrutar de un sueño profundo y reparador. Por ello, debemos empezar, desde pequeños, a acostumbrarnos a irnos a la cama, no demasiado tarde, y a dormir entre ocho y diez horas diarias, según vayamos creciendo.
Al dormir, nuestro cuerpo pasa por hasta cinco etapas distintas del sueño. Un proceso que concluye con la conocida como fase REM o sueño de movimientos oculares rápidos (MOR) y que supone una serie de patrones de ondas cerebrales que nos ayudarán: a estar más descansados, facilitarán nuestro proceso de aprendizaje o de recopilación de datos e información; e incluso liberarán una serie de hormonas que ayudan en el crecimiento de los más pequeños.
Pero además, dormir bien también contribuye a evitar enfermedades, aumenta la reparación de células o tejidos dañados, y previene casos de enfermedades cardiovasculares, diabetes u obesidad.
Por todo ello, lo más recomendable es mantener la constancia a la hora de irse a la cama y evitar el uso de dispositivos móviles, televisión y tabletas justo antes de acostarnos; por la luz que desprenden, que reduce la hormona que induce al sueño. Además, distintos expertos aconsejan también disfrutar de música tranquila, o de cualquier proceso que ayude a relajarnos antes de acostarnos.