Escuchar de forma activa no solo nos ayudará a mejorar nuestra relación con nuestro interlocutor, sino que al mismo tiempo, puede servirnos para aprender a concentrarnos mejor y optimizar nuestra atención. Además, poco a poco descubriremos que gracias a la escucha activa lograremos evitar las distracciones en cualquier entorno.
Cuando hablamos, en muchas ocasiones podemos llegar a ignorar la conversación, o incluso puede que llegue un momento en que prefiramos desconectar de lo que se nos cuente. Y aunque escuchar de forma activa requiere de un esfuerzo mental extra, este comportamiento nos reportará todo tipo de beneficios y ventajas.
Por una parte, si mantenemos una conversación en la que escuchemos de manera activa, ganaremos más confianza con nuestro interlocutor. Pero además, si evitamos desconectar de la conversación podremos resolver cualquier problema de forma mucho más productiva, y aportar muchas más soluciones.
Por otra parte, crearemos un clima mucho más positivo y aumentaremos, tanto nuestra autoestima, como la confianza de la persona con la que hablemos. De esta manera, lograremos que nuestro interlocutor se sienta más dispuesto a abrirse y a explicar otros problemas distintos, así como a escuchar los nuestros de forma recíproca y a aportar nuevas soluciones o consejos.
Sin embargo, una escucha activa no solo significa prestar atención a lo que se nos dice, sino que supone también empatizar e intentar comprender a nuestro interlocutor. De esta forma, aprenderemos de las experiencias de nuestro interlocutor, a leer entre líneas y mejoraremos nuestras aptitudes de escucha.