En ambientes fríos, cuando encendemos las calefacciones, el aire puede secarse de tal forma, que se llega a perder un alto nivel de la humedad de nuestro hogar. Esto se traduce en que poco a poco, y si no hacemos nada por evitarlo, se empezará a absorber la humedad de cualquier parte para compensarse esta pérdida.
De esta manera, no solo podría empezar a secarse nuestra piel, sino que, al mismo tiempo, podríamos comenzar a deshidratarnos, e incluso el mobiliario y las paredes de nuestra casa pueden agrietarse y estropearse de otras formas. Además, esta sequedad también conlleva todo tipo de problemas para nuestra salud. Por un lado, al no contar con unos niveles adecuados de humedad, puede aumentar el nivel de polvo en el ambiente; y al mismo tiempo, esta falta de humedad supondrá que aparezcan más microbios en el aire.
Por ello, lo más recomendable es preservar unos niveles correctos de humedad del aire. Algo que nos ayudará a respirar mejor, a evitar la deshidratación de nuestro organismo y nuestra piel, y a eliminar todo tipo de congestiones. Para respirar un aire húmedo, no es necesario contar con un humidificador, sino que podemos utilizar distintos métodos caseros que reduzcan esta sequedad del ambiente.
Recurre a vahos o baños de vapor, al menos tres veces al día, para mantener unos niveles saludables de humedad. De esta forma evitarás cualquier tipo de problema para tu salud y conseguirás respirar mucho mejor.