Durante el verano se invierte más tiempo en actividades al aire libre que implican la exposición al sol. Sin embargo, no siempre utilizamos cremas solares que nos protejan de él, por lo que se pueden producir quemadurasen nuestra piel perjudiciales para la salud.
El daño de la piel es acumulativo, de manera que tiene memoria y puede desencadenar futuros tumores cutáneos a lo largo de nuestra vida. Las células de la piel pueden repararse, pero si la exposición al sol es crónica, podrían perder esta capacidad.
Algunos síntomas de las quemaduras son el enrojecimiento de la piel, así como dolor en la zona. También pueden aparecer ampollas e incluso dolor de cabeza, fiebre, náuseas y cansancio si la zona afectada es mayor.
Estos son algunos consejos para proteger la piel del sol en verano:
- Escoger un fotoprotector acorde con el fototipo de cada persona. También se deben tener en cuenta factores como la edad, la zona del cuerpo en la que se va a aplicar y las condiciones ambientales a las que se va a asistir. De esta forma se potencian los beneficios solares y se reducen los efectos perjudiciales.
- Mantener la piel limpia e hidratada. No utilizar cosméticos, colonias o desodorantes, ya que pueden causar reacciones de fotosensibilización y manchas cutáneas.
- Evitar la exposición al sol de forma directa durante las cuatro horas en torno al medio día.
- Aplicar la protección sobre la piel muy seca, como mínimo, media hora antes de la exposición solar.
- Aplicar unos 36 gramos de crema (equivalente a seis cucharaditas de café) para que el protector resulte eficaz.
- Tener en cuenta las características individuales y la actividad realizada, y repetir la aplicación de la crema siempre que se necesite. Se recomienda no exceder las 2-3 horas.
- Proteger los labios con fotoprotectores labiales, sobre todo si el individuo tiene predisposición a padecer herpes. Se trata de una zona de la piel especialmente frágil.
- Aumentar la protección con el uso de sombreros, gorras, gafas y prendas de ropa que favorezcan la transpiración.
- Beber abundante agua y zumos durante y después de la exposición al sol. Esto favorece la termorregulación y repone la pérdida de líquidos producida a causa del calor.
- No pulverizar la piel con agua durante la exposición solar, ya que elimina el protector y favorece las quemaduras, pues las gotas actúan como una lupa e incrementan el efecto negativo de la radiación.
- Después de la exposición solar, ducharse con agua tibia e hidratar generosamente la piel. Esto regenera el manto hidrolipídico y recobra la pérdida de agua.