Un niño debe comer tranquilamente y nunca con prisas. Tiene que masticar correctamente lo que ingiere para facilitar su digestión. Además, es igual de importante no prolongar el exceso de tiempo dedicado a la comida.
Como referencia, los pequeños pueden comer dos platos y un postre con calma en unos 40 minutos. También es importante que adecuemos las cantidades a la edad y al físico de cada niño.
Unos platos demasiado copiosos, pueden provocar su rechazo a esos alimentos y convertir las comidas en momentos interminables y llenos de tensión.