El hígado graso no alcohólico es una enfermedad cada vez más común en España, que afecta a una gran cantidad de personas, y se produce cuando se acumula grasa en el hígado debido a hábitos alimenticios poco saludables y un estilo de vida sedentario.
Lo preocupante de esta enfermedad es que, si no se aborda adecuadamente, puede evolucionar a problemas más graves, como la inflamación del hígado o esteatosis, o la fibrosis hepática, ha informado este lunes en un comunicado el Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER).
En el estudio se ha evaluado a 297 participantes de los nodos de Málaga y Reus que se agruparon en tres grupos en función de cómo cambiaron los marcadores bioquímicos relacionados con el hígado graso no alcohólico durante un año de intervención con dieta mediterránea. Los resultados han revelado cambios significativos en el microbioma intestinal en aquellos participantes que experimentaron mejoras más notables en los marcadores del hígado graso no alcohólico.
Específicamente, los participantes con menor sospecha de afectación hepática mostraron mayores abundancias de ciertas bacterias beneficiosas, en comparación con aquellos con mayor grado de daño hepático. Además, se encontraron otro tipo de cambios en la microbiota intestinal asociados con cambios en los marcadores bioquímicos.
Este tipo de descubrimientos vuelven a resaltar la gran relevancia que tiene adoptar un estilo de vida saludable y, en particular, del potencial beneficioso que tiene para la salud el seguir una dieta mediterránea equilibrada. “Cada vez hay más evidencias que sitúan a la microbiota intestinal como un factor clave para la salud metabólica y más en relación con la dieta, por lo que estos estudios son muy necesarios”, ha afirmado Isabel Moreno Indias, una de las coordinadoras.
El otro coordinador, Francisco Tinahones, ha señalado que “la enfermedad de hígado graso no alcohólico es una de las enfermedades hepáticas más prevalentes y está relacionada directamente con el estilo de vida". Ha añadido que "es una enfermedad asintomática en sus primeros estadios, y la falta de marcadores no invasivos hace que, cuando se diagnostica, se encuentre en una situación avanzada, por lo que son necesarios nuevos biomarcadores para su detección precoz, y la microbiota intestinal podría ayudar”.