Los científicos estudiaron las respuestas de las neuronas a las señales de sobrepeso infantil en comparación con las de adolescentes sin exceso de peso. Para ello utilizaron una resonancia magnética funcional, y observaron que los estímulos alimentarios activaban las regiones del cerebro relacionadas con la recompensa y la emoción en todos los grupos, pero en el caso de los adolescentes con riesgo de obesidad, tenían menos actividad neuronal sobre la autorregulación y la atención.
Para establecer esta conclusión, se analizaron a 36 adolescentes de entre 14 y 19 años, de los que 10 de ellos tenían sobrepeso u obesidad, 16 eran delgados, pero con alto riesgo de obesidad porque sus progenitores lo padecían, y otros 10 no presentaban riesgo o era bajo al tener madres delgadas.
A través de un escaneo cerebral, veían palabras que describían alimentos ricos en grasa, alimentos bajos en grasa y artículos no alimentarios para evaluar su apetito en respuesta a cada estímulo de palabras. Tras esto les ofrecieron un buffet y comprobaron con qué alimento las relacionaban en el mundo real.
Así, pudo verse que, tras ver las palabras, los circuitos cerebrales que apoyan la recompensa se activaron en todos los participantes, mientras que en los adolescentes obesos o con riesgo de padecerlo no se activaron los de autorregulación ni los de atención.