La primera generación que ha vivido gran parte de su vida con tecnología digital entre sus manos comienza a superar los 50 años. La comunidad científica ha acuñado el concepto“demencia digital” para predecir un empeoramiento en las capacidades cognitivas de este segmento de la población con respecto a las anteriores generaciones a causa de este uso masivo de la tecnología.
Sin embargo, esta hipótesis todavía no está respaldada por cifras. Otros análisis manejan teorías de distinto signo: entienden que la tecnología digital puede favorecer comportamientos que preserven, e incluso mejoren, las funciones cognitivas.
De hecho, según un metaanálisis que ha recopilado multitud de datos de 57 estudios sobre un total de 411.430 personas con una edad media de 69 años, la tecnología digital, entre otros aspectos, protege del deterioro cognitivo a personas mayores de 50 años. Usar ordenadores, teléfonos inteligentes e internet evita, en general, el deterioro del cerebro a partir del medio siglo de vida.
Correlaciones
Más allá de factores demográficos, socioeconómicos, sanitarios o de estilo de vida, este análisis académico muestra un patrón: la reducción del deterioro cognitivo entre la población adulta puede deberse o, al menos, explicarse exclusivamente por el uso de tecnologías digitales.
Diego Redolar Ripoll, profesor de Psicobiología y Neurociencia en la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya(UOC), cree que el empleo de estos dispositivos digitales(por otro lado, casi inevitable en una sociedad inmersa en entornos y ambientes en línea) puede promover comportamientos que fomentan la reserva cognitiva y una mejor cognición general. La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para tolerar cambios de una patología o del propio envejecimiento, y de optimizar su rendimiento.
Todo va de correlaciones. Lucrecia Moreno Royo, catedrática en el departamento de Farmacia de la Universidad CEU Cardenal Herrera, demostró en un estudio de 2021 que muchas variables contribuyen al deterioro cognitivo, como la edad, el descanso nocturno o las horas invertidas viendo la televisión. Las personas mayores de 70 años tienen más probabilidades de presentar sus efectos, y concluyeron que cada hora extra de televisión diaria aumenta entre un 8 y un 30 % el riesgo de padecerlo.
No obstante, también distinguieron factores que protegen de este deterioro a personas mayores de 50 años, como un nivel educativo elevado, hábitos regulares de lectura y, sí: el uso diario de internet. Un uso bien entendido que cree interacciones activas. Resolver tareas, comunicarse, enviar correos, leer artículos o participar en debates son actividades beneficiosas si se realizan de forma razonable, y cognitivamente exigentes porque estimulan procesos mentales complejos y refuerzan las conexiones neuronales.
La otra cara
Pero un estudio de la Universidad de Texas demostró, por otro lado, que bloquear el acceso a internet de los dispositivos móviles durante dos semanas mejora la salud mental, la capacidad de atención y el bienestar general, efectos similares a una especie de rejuvenecimiento cerebral. No fue del todo fácil; algunas personas experimentaron inquietud y sensación de abstinencia digital al inicio del experimento.
Participaron 467 personas de entre 18 y 74 años. Un 91% de ellas mejoró en al menos una de las tres categorías analizadas: salud mental, bienestar subjetivo y atención sostenida. Un 73% señaló asimismo una mejora en la sensación de bienestar. De hecho, los efectos del bloqueo de internet en móviles reportaron reducciones notables en casos de depresión y ansiedad: los investigadores creen por ello que limitar la exposición digital puede ser una estrategia complementaria útil para personas con síntomas de estas enfermedades.
Más atención y mejor sueño
La resultados sobre atención sostenida también arrojaron un aumento sensible de la capacidad de concentración. Los participantes debieron, entre otras tareas, identificar imágenes aleatorias intercaladas entre una mayoría de paisajes urbanos y de montaña.“Los efectos sobre la atención fueron casi tan grandes como si los participantes hubieran rejuvenecido diez años”, asegura Noah Castelo, profesor asistente de la Universidad de Alberta y coautor del estudio.
Castelo y sus colegas creen que se refuerza la hipótesis de que una exposición constante a estímulos digitales perjudican la capacidad de atención, un daño parcialmente reversible si se desconecta de forma temporal de esas fuentes.
Además, la investigación certifica que también cambiaron las rutinas cotidianas: comenzaron a caminar al aire libre, realizaban ejercicio físico regularmente y aumentaron sus encuentros sociales. Y, especialmente, comenzaron a dormir mejor porque la luz azul de las pantallas deteriora la producción natural de melatonina, hormona que regula los ciclos de vigilia y sueño, especialmente por la noche.