Lo ha comprobado un equipo internacional de investigadores dirigido por científicos de la Universidad de Cambridge y del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Universidad Pompeu Fabra), que ha estudiado varias poblaciones de estos insectos en el Reino Unido y en Cataluña.
Los resultados, que se han publicado en la revista Journal of Animal Ecology, demuestran cómo a medida que aumentan las temperaturas estos animales adoptan diferentes comportamientos para evitar el calor; las españolas tienden a orientar sus alas hacia el sol para calentarse a temperaturas más bajas y las británicas confían más en encontrar microclimas cálidos. Pero el aumento de las temperaturas globales como consecuencia del cambio climático podría beneficiar más inicialmente a las británicas, mientras que las poblaciones españolas podrían no sobrevivir si no son capaces de adaptarse con la suficiente rapidez. En el Reino Unido la pérdida de hábitats es también una amenaza importante para estos insectos, por lo que los investigadores han subrayado que algunas iniciativas, como el "mayo sin siega", permitir que crezcan flores silvestres en los bordes de las carreteras y plantar árboles, pueden ser muy útiles para contrarrestar esa destrucción de sus hábitats.
Como todos los insectos, las mariposas son de sangre fría y utilizan su entorno para regular su temperatura interna, por lo que entender cómo se regulan es importante para predecir qué especies corren más riesgo de sufrir los efectos del cambio climático. Un primer estudio centrado en el Reino Unido ya demostró que las mariposas "son bastante buenas regulando su temperatura corporal en este clima más frío, pero queríamos ver si las mariposas de un clima más cálido, como el de España, hacen algo diferente", ha explicado el autor principal, Eric Toro-Delgado, del IBE.
"En España, las mariposas pasan mucho más tiempo a su temperatura óptima, ya que hace más calor, pero también hay un mayor riesgo de sobrecalentamiento", ha precisado Andrew Bladon, del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge y coautor del estudio. Y midiendo la temperatura corporal de unas 800 mariposas "españolas" y otros parámetros -como la temperatura del aire- los científicos comprobaron que regulaban mejor el calor que las británicas, y que las poblaciones de los dos países pasan de buscar el calor a evitarlo cuando la temperatura del aire alcanza los 22 grados.
"En el Reino Unido, muchas de nuestras reservas naturales son como islas, con poca variedad entre ellas", ha explicado Bladon, y ha asegurado que "si podemos proporcionarles márgenes de campos, arcenes de carreteras biodiversos, más flores silvestres y hierba más larga, las mariposas podrán moverse más fácilmente por el paisaje, ayudándolas a encontrar sus temperaturas preferidas para poder prosperar".
Sin embargo, en España, aunque las poblaciones de mariposas parecen capaces de regularse con más éxito en la actualidad, el aumento de las temperaturas globales debido al cambio climático las pone en mayor riesgo, dado que ya hace mucho calor, mientras que en el Reino Unido ese aumento de las temperaturas globales está provocando que el clima se parezca cada vez más al de España. La investigación ha contado con fondos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Isaac Newton Trust, la Generalitat de Catalunya, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, el Natural Environment Research Council del Reino Unido o el Fondo Social Europeo Plus