El 2023 será recordado por muchos como uno de los años menos lluviosos. Sobre todo en España, donde a lo largo del año se han registrado récords y no solo por las altas temperaturas de verano sino también por la escasez de precipitaciones, las cuales el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) destaca que son más por la vertiente Atlántica que en la Mediterránea. De hecho, hasta abril se pasaron 100 días sin lluvias.
Una realidad que afecta negativamente a la cantidad de agua disponible. Precisamente, el agua de los embalses ha vuelto a bajar hasta los 23.053 hectómetros cúbicos (hm³), cifra que sitúa en un 41,1 por ciento la reserva hídrica nacional; la cual se ha reducido en un 1 por ciento en comparación con la semana anterior. Además, este dato supone una cantidad muy por debajo de la media de los últimos diez años en esta misma fecha (31.884 hm³), pese a estar algo por encima a la de esta época en 2022.
Un período en el que el Norte es la zona que más agua acumula con grandes precipitaciones, como la de San Sebastián (42,7 litros por metro cuadrado). En esta región, las cuencas con más agua son las del Cantábrico occidental (86,3 por ciento); Cantábrico oriental (84,9 por ciento) y las internas del País Vasco (71,4 %).
Por el otro lado, la de Guadalete-Barbate (18,7 por ciento); Guadalquivir (20,8 por ciento) y la del Guadiana (26,3 por ciento), seguidas muy de cerca por la de Cataluña (27 por ciento) y la Mediterránea Andaluza (28,9 por ciento), son las que más sufren. Un estrés hídrico que podría ir incluso a peor como consecuencia de los efectos del cambio climático, que se intensifican conforme avanza el deterioro del planeta.