La contaminación atmosférica es uno de los grandes fenómenos a los que se expone, y expondrá, el mundo tanto a largo como a corto plazo. Un reto difícil de solventar pues hay muchos factores que lo provocan, los cuales derivan del hacer diario humano: consumos domésticos de energía relacionados con la cocina o descanso, uso de vehículos de combustión, los procesos industriales, las incineraciones, la quema de residuos, etc.
Al mismo tiempo, todo este problema puede llegar a generar y/o subir el riesgo de afecciones cardiacas y respiratorias, como el cáncer de pulmón, y de accidentes cerebrovasculares así como otros casos relacionados con la ciencia y salud humana. Una de ellas acaba de relacionarse con la resistencia a los antibióticos.
Los resultados de un nuevo estudio han demostrado la relación que tiene la contaminación con un mayor riesgo de resistencia hacia los antibióticos, originada por diferentes motivos como el empleo erróneo y excesivo de estos. Ambos fenómenos -contaminación y resistencia a los antibióticos- se sitúan "entre las mayores amenazas para la salud mundial", en palabras del profesor de la Universidad de Zhejiang (China) Hong Chen.
Según se detalla en un artículo de la revista británica 'The Lancet Planetary Health', cuando se contamina más, la calidad del aire empeora y se propaga un mayor número de bacterías, lo que también contribuye a esta resistencia. Además, se desprenden multitud de componentes tóxicos, mezclas de pequeñas partículas sólidas y líquidas ubicadas en el aire que se conocen bajo el término PM (en inglés, Particulate Matter). De entre todas esta partículas se ha especificado que las finas PM2,5 y PM0,1 son las más perjudiciales.
Más en detalle, la PM2,5 para la resistencia a los antibióticos, dados los datos recopilados de 116 países entre los años 2000 y 2018 que comprenden nueve patógenos bacterianos, 43 tipos de antibióticos e información sobre los servicios de saneamiento; economía; gasto sanitario; población; educación; clima y la contaminación atmosférica, extraídos también de fuentes como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) o el Banco Mundial.
En este sentido, el crecimiento de los niveles de partículas PM2,5, causadas por los procesos industriales; transportes por carreteras y combustiones domésticas de carbón y madera, solo se relaciona con un mayor aumento de la resistencia a los antibióticos y del número de fallecimientos (480.000 muertes prematuras en 2018 por resistencia a antibióticos y gastos económicos adicionales valorados en 395.000 millones de dólares), que ahora supera el millón por los efectos del cambio climático. Un nivel que se sitúa en la cima en África, Oriente Medio y el sur de Asia (p.e. en China y la India); al contrario que en Europa y Norteamérica son bajos. Todo ello, ha permitido determinar que un 1 por ciento más de contaminación supone subidas importantes en la resistencia a antibióticos de entre el 0,5 y el 1,9 por ciento, que dependen del tipo de patógeno.
Una situación que parece que aumentará si no se producen cambios urgentes en las políticas sobre contaminación. De hecho, para 2050 los niveles globales de resistencia a los antibióticos podrían ascender al 17 por ciento sin olvidarse que el número anual de muertes prematuras rondaría las 840.000, sobre todo en el África subsahariana.