Este preocupante incremento se ha registrado de manera destacada en los seis años más extremos, todos ocurridos desde 2017. El estudio, que utilizó datos de satélite recopilados entre 2003 y 2023, revela que estos incendios no solo son más frecuentes, sino también más intensos. Los investigadores evaluaron la intensidad acumulada de los incendios en lugar de centrarse en un único momento y lugar, proporcionando una visión más amplia y precisa de la magnitud de estos eventos.
Estos incendios extremos tienen consecuencias devastadoras: la pérdida de vidas humanas, propiedades, ganado, vida silvestre y hábitat, además de causar miles de millones de euros en daños. Los bosques templados de coníferas y boreales, especialmente en América del Norte y Rusia, han sido los más afectados, un fenómeno que los científicos atribuyen al aumento de la aridez en estos bosques debido a los cambios climáticos.
El equipo internacional de investigadores subraya la necesidad urgente de adaptarse a un clima que favorece la ocurrencia de estos fenómenos extremos. "El aumento de la frecuencia y magnitud de los incendios extremos es un claro indicativo de que debemos tomar medidas inmediatas para mitigar sus efectos y proteger nuestros ecosistemas y comunidades," concluyen los autores del estudio.
Este incremento en la intensidad y frecuencia de los incendios forestales extremos destaca la urgente necesidad de implementar estrategias de gestión forestal y políticas climáticas más efectivas. Solo a través de un enfoque proactivo y coordinado se podrá hacer frente a este desafío creciente y preservar el equilibrio de los ecosistemas afectados.