Así se desprende de datos provisionales proporcionados por las comunidades autónomas al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Esos datos, a los que tuvo acceso Servimedia, indican que la media de superficie calcinada entre el 1 de enero y el 23 de junio del último decenio es de 33.987 hectáreas, un 37% más que ese periodo de 2024. Los mejores años fueron 2016 (9.380.86 hectáreas), 2018 (9.660,33) y 2020 (17.949,18), y los peores, 2023 (59.432,52), 2017 (49.492,39) y 2019 (43.672,46). Hasta el pasado 23 de junio se registraron 2.719 siniestros forestales, de los que 918 fueron incendios (que arrasaron al menos una hectárea) y 1.801 conatos (con menos de una hectárea quemada).
De las hectáreas arrasadas, que abarcan un 0,077% del territorio nacional, un total de 3.633,85 corresponden a vegetación herbácea (pastos y dehesas) y el resto a vegetación leñosa, concretamente 14.715,11 hectáreas de matorral y monte abierto, y 2.955,34 de superficie arbolada.
Zonas geográficas
Por otro lado, el noroeste peninsular (Asturias, Cantabria, Galicia, País Vasco y las provincias de León y Zamora) concentró un 40,68% de los incendios y conatos forestales, mientras que el resto de los siniestros se reparten entre el área mediterránea, con un 30,27%; las comunidades interiores (concretamente, las provincias de las regiones no costeras, salvo León y Zamora), con un 28,61%, y Canarias, con un 0,44%. En cuanto a la superficie forestal arrasada por el fuego, el 66,67% pertenece al noroeste; un 21,84% al área mediterránea; un 11,48% a las comunidades interiores, y un 0,01% a Canarias. La mayor cantidad de superficie arbolada calcinada por las llamas se produjo también en el noroeste (69,24%), por delante de las comunidades interiores (19,31%) y la cornisa mediterránea (11,45%).