El hielo marino del Ártico ha alcanzado su mínima extensión anual este 13 de septiembre con 4,64 millones de km2, han informado la NASA y el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo (NSIDC).
El hielo marino del Ártico es el climatizador del planeta, su superficie blanca devuelve la energía solar al espacio, enfriando el globo. El casquete de este hielo aumenta en otoño e invierno y disminuye a un ritmo frenético en primavera y verano desde los años 70, debido al calentamiento de las temperaturas. Cierto es, que las temperaturas de este verano no han sido tan altas en esta zona, sin embargo, la extensión mínima de hielo marino en 2017 ronda los 1,58 millones de km2 por debajo del promedio mínimo de 1981-2010.
El deshielo no depende de las temperaturas del verano únicamente, es muy importante su situación a principios de año y las condiciones climáticas que afectan al hielo.
La bajada de las capas de hielo anotó récord en los años 2012, 2016 y 2007, cuando se produjeron fuertes tormentas de verano que ayudaron a la reducción del hielo. Si esto se hubiese producido hace 30 años, al ser más grueso el hielo, no hubiese causado tanto daño al hielo marino.
Por otro lado, el Antártico está en septiembre en su extensión máxima anual de hielo marino. Desde la NASA, creen que también estará entre las ocho más bajas registradas aunque esperan que su extensión sea similar a la de hace un año. Es más, los expertos están sorprendidos por el aumento de la masa de hielo en el antártico a pesar de su descenso en los últimos dos años.
La suma del hielo de Ártico y del Antártico registrado confirma que, el planeta lleva perdiendo hielo marino desde finales de los 70.
Además, el hielo del Ártico y del Antártico ha disminuido a niveles preocupantes tras el récord de temperaturas de agosto, el mes más caluroso de este siglo, detrás de los máximos históricos de 2016 y 2015.