La contaminación es un problema, cada vez más evidente, en nuestro planeta. Por eso, los líderes políticos mundiales han decidido que hay que actuar, y de inmediato, para encontrar una solución a este problema. Así, los ministros de medio ambiente se han comprometido al fortalecimiento y aplicación de políticas más integradas: toma de medidas específicas, incluidos los acuerdos ambientales, acelerar la aplicación y promover la cooperación entre los acuerdos multilaterales, convenciones, reglamentos y programas.

Para evitar un desastre mayor y mitigar el daño ya hecho a la Tierra y a sus habitantes, los ministros pretenden también fomentar la productividad económica inclusiva y sostenible, la innovación, la creación de empleo y las tecnologías ecológicamente racionales.

Todo parece ser poco para las preocupantes denuncias que Naciones Unidas ha hecho estos días en Nairobi, sede del PNUMA, entre las que destaca la perdida de la mitad de arrecifes de coral del mundo o que casi mil millones de personas en todo el mundo viven sin electricidad en la actualidad.

Por ello, en la declaración ministerial, donde se responsabilizaron a poner en marcha catorce medidas para gestionar la polución, también aseguraron que promoverán estilos de vida sostenibles y avanzarán en garantizar modalidades de consumo y producción más sostenibles.

Todos los habitantes del Planeta están afectados por la contaminación, y la del aire es la peor de sus manifestaciones: siete millones de personas mueren prematuramente al año debido a la poca calidad del aire. Pero la del agua no queda atrás.

Naciones Unidas ha recordado que si no tomamos medidas nuestros océanos tendrán más plásticos que peces en 2050. Alrededor de ocho millones de toneladas de plástico entran en los océanos del mundo cada año, y la lentitud con la que se degradan está causando un aumento gradual en el volumen de basura que llega a los mares y costas de todo el mundo. En todo el mundo, cada día son dispuestos en los cursos de agua cerca de 2.000 millones de toneladas de residuos.

Esto tiene impactos significativos para la salud: 4.000 niños mueren cada día por enfermedades causadas por la contaminación del agua y un saneamiento inadecuado. Cada año, unos 1,8 millones de personas (en su mayoría niños) mueren exclusivamente por diarrea.

Los líderes firmantes son conscientes de que la contaminación también entiende de clases sociales, ya que "afecta de manera desproporcionada a los pobres y los vulnerables", por lo que "luchar contra esta contribuirá al desarrollo sostenible mediante la lucha contra la pobreza", aseguraron. Sin embargo, apuntaron a que "no es responsabilidad exclusiva de los Gobiernos nacionales" hacerlo, sino compromiso también del sector privado, las organizaciones internacionales, la sociedad civil y los particulares.

Esta no es la primera vez que Naciones Unidas alerta de esa tesitura, y los líderes mundiales reconocieron que existen conocimientos y soluciones tecnológicas para reducir la contaminación, así que solo queda estudiarlas y aplicar las múltiples oportunidades disponibles.

Los numerosos éxitos de países, ciudades y empresas en la lucha contra los problemas relativos a la contaminación del aire, el suelo, el agua dulce y el mar sirven de aliento: la aprobación de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal y la entrada en vigor del Convenio de Minamata sobre el Mercurio son dos ejemplos.

Por ello hoy Estados Miembros continuaron dando pequeños pasos en esta necesaria lucha, y Chile, Sudáfrica, Omán y Sri Lanka se unieron a la campaña 'Limpiar los océanos' de Naciones Unidas, contra la basura marina y la contaminación oceánica. Se sumaron así al compromiso de casi cuarenta estados que ya toman medidas como prohibir las bolsas de plástico, la protección de reservas marinas y campañas para aumentar el reciclaje.