En las ciudades, el aumento de las temperaturas se produce el doble de rápido que el de la media global. En caso de que las emisiones de efecto invernadero se mantenga en niveles elevados, muchas urbes podrían calentarse hasta 4 grados para el 2100.
Por este motivo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha publicado, en la Cumbre del Clima COP26 de Glasgow, una guía detallada para ayudar a las ciudades a hacer frente a este calentamiento.
El documento asegura que, a pesar de que se consiga mantener el incremento de las temperaturas en 1,5 grados, alrededor de 2.300 millones de personas podrían ser vulnerables a olas de calor graves.
Para evitar que las temperaturas aumenten más de lo previsto, se deben conseguir las emisiones nulas a mediados de siglo. En este sentido, la refrigeración urbana sostenible y equitativa debe formar parte de los esfuerzos de las ciudades para alcanzar la energía cero neta.
Este documento explica cómo las urbes se calientan con rapidez debido al efecto de la ‘isla de calor’, causado por una disminución de la cubierta vegetal, las propiedades térmicas de los materiales que conforman las superficies urbanas y el calor residual de las actividades humanas.
En este sentido, se prevé que la demanda de energía para la refrigeración de espacios se triplique entre 2016 y 2050; además, los impactos del calor urbano se distribuyen de forma irregular, de manera que los distritos y comunidades con menos ingresos pueden ser los más vulnerables.
Por su parte, la refrigeración urbana sostenible aporta grandes beneficios como la mejora de la saludy la productividad, la reducción de la demanda de energía eléctrica y la disminución de las emisiones.
El principal reto para la refrigeración de las ciudades es por dónde empezar. Por este motivo, el documento describe, por primera vez, los enfoques de refrigeración urbana sostenible dentro de un marco integrado de todo el sistema, lo que incluye orientaciones prácticas para ayudar a las ciudades a organizar y priorizar su acción.