Los niveles de ozono permanecieron por debajo de 250 unidades Dobson (UD) hasta principios de marzo, cuando lo habitual es que comiencen a recuperarse hacia su pico anual de 325 UD en abril. Aunque esta reducción no se clasifica como un agujero de ozono ártico, se han registrado valores mínimos de ozono en Escandinavia y Eurasia occidental, descendiendo incluso por debajo de 220 UD, el umbral utilizado para definir un agujero de ozono en el hemisferio sur.
En paralelo, Europa ha enfrentado episodios de alta contaminación invernal, con niveles elevados de partículas PM2,5 y PM10, así como dióxido de nitrógeno, exacerbados por condiciones climáticas desfavorables y el uso intensivo de calefacción en invierno.
"Estos picos de contaminación pueden tener consecuencias reales para la salud pública, por lo que monitoreamos de cerca la situación", señaló Laurence Rouil, directora del CAMS.
Por otra parte, en varias regiones del mundo han sufrido incendios forestales de gran intensidad. En Australia, el verano dejó devastadores incendios en el Territorio del Norte, Queensland, Victoria y Tasmania, con emisiones de carbono entre las más altas registradas desde 2003. En Estados Unidos, el sur de California también fue escenario de intensos incendios en enero, como los de Palisades y Eaton, que superaron las emisiones típicas del mes en tan solo dos días.
Los datos resaltan la necesidad de continuar con medidas para la protección de la capa de ozono, la reducción de emisiones contaminantes, la prevención de incendios en un contexto de cambio climático global.