La mayoría de los glaciares antárticos fluyen directamente hacia el océano a través de profundos canales submarinos, y el lugar donde su base abandona el lecho marino y comienza a flotar se conoce como la línea de apoyo en tierra. Estas líneas de apoyo en tierra se suelen encontrar a un kilómetro o más por debajo del nivel del mar y no se puede acceder a ellas ni siquiera con sumergibles, por lo que los métodos de detección remota resultan extremadamente valiosos, añade la ESA.
Ahora, un artículo publicado en el último número de la revista Nature Geoscience describe cómo se ha usado el satélite CryoSat para trazar el movimiento de las líneas de apoyo en tierra a lo largo de 16.000 kilómetros de litoral de la Antártida. La investigación, dirigida por Hannes Konrad, del Centro para la Observación y el Modelado Polares de la Universidad de Leeds (Reino Unido), constata que entre 2010 y 2017 se derritieron 1.463 kilómetros cuadrados de hielo submarino en el océano Austral.
El equipo siguió el movimiento de las líneas de apoyo en tierra de la Antártida gracias a CryoSat, para elaborar el primer mapa completo que muestra como este borde submarino se está separando del lecho oceánico. Los mayores cambios se aprecian en la Antártida Occidental, donde más de una quinta parte del manto de hielo ha retrocedido "a una velocidad mayor que el ritmo de desglaciación desde la última era de hielo".
Este estudio demuestra "claramente que se está produciendo un retroceso en toda la capa de hielo debido al deshielo de su base y no solo en aquellos puntos que se habían cartografiado hasta ahora", según Konrad. Este retroceso ha tenido un enorme impacto en los glaciares interiores, lo que contribuye al aumento global del nivel del mar, apunta Konrad.
Los investigadores señalan, también, que aunque el retroceso del glaciar de Thwaites en la Antártida Occidental se ha acelerado, el del cercano glaciar de Pine Island (hasta ahora, uno de los que retrocedía a mayor velocidad en el continente) se ha detenido; esto sugiere que su base ha dejado de derretirse. Estas diferencias subrayan la naturaleza compleja de la plataforma de hielo del continente, "por lo que su detección nos ayudará a identificar las áreas en que debemos seguir investigando", según el experto de la Universidad de Leeds.