La Agencia Internacional de la Energía ha dado a conocer estos datos en un informe en el que destaca que, aunque el peso relativo de las renovables volvió a incrementarse en 2017, se ha producido una progresión en el consumo de los combustibles fósiles, que son los que generan el CO2, principal gas causante del calentamiento global.
En concreto, la subida del petróleo ha sido del 1,6 %, un ritmo más del doble del registrado de media en el decenio precedente, y eso debido al tirón de su utilización en el transporte.
El mayor ascenso en los combustibles fósiles (3 %) se ha constatado en el gas, de la mano en particular de China, que representó casi una tercera parte del incremento.
El carbón: India e Indonesia
Pero la principal novedad ha venido del carbón -el más contaminante- ya que después de dos años de caída hubo un incremento de alrededor del 1 % de la demanda, que se explica por una mayor utilización para la producción de electricidad en varios países del sudeste asiático, sobre todo en India e Indonesia.
De hecho, las economías asiáticas han sido responsables de dos tercios de la subida de las emisiones de CO2, y eso pese a que China evidencia una inflexión en su tendencia.
Mientras la demanda energética de China ha aumentado un 7% el pasado año, sus emisiones subieron únicamente un 1,7 %, lo que tiene que ver con el creciente despliegue de renovables y con la disminución del peso del carbón (el máximo en ese caso data ya de 2013) entre los combustibles fósiles.
Otro elemento significativo de las cifras del pasado año son los descensos de emisiones en algunos grandes países desarrollados, como el Reino Unido, Japón o México, pero sobre todo Estados Unidos.
De hecho, el retroceso de Estados Unidos (0,5 %) fue el tercero consecutivo y el mayor en términos absolutos (25 millones de toneladas de CO2 menos) a causa en particular del alza de las renovables, que se añade a la progresiva sustitución del carbón por el gas para la generación de electricidad.
Por el contrario, la Unión Europea ha tenido una expansión del 1,5 % (casi 50 millones de toneladas suplementarias) que ha invertido la tendencia descendente de los últimos ejercicios en razón del dinamismo de la demanda de gas y de petróleo.
En términos globales, los combustibles fósiles han supuesto un 81 % de la demanda total de energía y un 70 % del incremento en 2017.
El año pasado los avances en eficiencia energética se han relantizado de forma destacada, con una mejora de la intensidad limitada al 1,7%, cuando demedia en los tres años anteriores el ascenso fue del 2,3% anual.
Detrás de eso observa una relajación en las políticas de eficiencia energética, que se unen a los bajos precios de los combustibles fósiles, que no incitan a hacer esfuerzos de ahorro.