A día de hoy, el excesivo consumo de proteína animal, donde la carne y el pescado han pasado de ser acompañantes en los platos a ser producto principal, se aleja del patrón saludable que debemos seguir en nuestra alimentación.
Las dietas vegetarianas o veganas, aquellas que centran su alimentación en productos de origen vegetal (frutas, verduras, cereales, legumbres, frutos secos, etc.), excluyen el pescado y la carne y, por tanto, no consumen proteína animal.
En general, son dietas más sostenibles pero tienen que estar bien planificadas para cubrir todas las necesidades nutricionales de nuestro organismo sin poner en riesgo la salud. Por ello, se recomienda tener en cuenta los valores nutricionales y los niveles de vitaminas de los alimentos por que se va a sustituir, puesto que tiene que ser el mismo o similar.
De teste modo, la leche vegetal con el valor nutricional más parecido a la leche de vaca es la de soja, pero siempre tiene que tener entre el 8% y el 15% de soja, estar enriquecida en calcio, en vitamina D, y no llevar ni azúcares ni edulcorantes.
En el caso de la carne, existen gran variedad de alternativas hechas con ingredientes frescos de origen vegetal que se suelen combinar con cereales de trigo y con soja para conseguir aportar una proteína vegetal de calidad.
Algunas fuentes de proteína vegetal tradicionales son las legumbres, la quinoa, el seitán, el tofu, los alimentos hechos a base de semillas de lino y chía; pero las nuevas fórmulas se basan principalmente en los hongos.
A pesar de estas recomendaciones, es recomendable acudir a un nutricionista y realizar, periódicamente, análisis de sangre para certificar que este tipo de alimentación no afecta de forma negativa a la salud.
Por otro lado, la huella ecológica de la producción de proteína vegetal es considerablemente menor a la de las proteínas animales puesto que, durante su producción, se emiten menos gases de efecto invernadero. Además, su cultivo necesita menos agua y aumenta la fertilidad de la tierra.
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