Los baños o duchas de agua fría cuentan con numerosos beneficios para nuestro organismo. Sobre todo, si decidimos combinarlos con una ducha previa de agua caliente. Esto se debe al enorme contraste entre temperaturas más altas y más bajas del agua, que primero, nos ayudará a relajar nuestro cuerpo, y después conseguirá que entremos en tensión y nos activemos más rápido.
La combinación de agua fría y agua caliente, sobre todo en nuestros baños o duchas matinales, puede ser la mejor forma de comenzar el día. Además, gracias a la generación de tensión y estrés que provocamos a nuestro cuerpo, en el momento de cambiar del agua caliente a otra con una temperatura más baja, lograremos activarnos de la misma manera que si hubiéramos tomado dos tazas de café.
Por otra parte, esta activación ayuda también a nuestro sistema inmunitario. De esta manera reduciremos el riesgo de sufrir casi cualquier tipo de enfermedad. En cuanto al aparato circulatorio, este tipo de duchas suponen que se contraigan los vasos sanguíneos y que aumente el ritmo circulatorio. Esto supone que la sangre acelere su velocidad hacia los músculos y órganos de todo el cuerpo, y en especial, a aquellas zonas que se hayan enfriado por el cambio de temperatura.
Sin embargo, si bien este tipo de duchas puede ayudarnos a mejorar nuestro sistema circulatorio, debemos tener mucho cuidado si sufrimos cualquier tipo de cardiopatía o enfermedad cardíaca. En caso contrario, tomar duchas de agua fría de unos 30 segundos o más, pueden reportar todo tipo de beneficios, no solo a nuestro cuerpo, sino también a nuestra mente, ya que mejora nuestro estado de ánimo y reduce nuestra ansiedad y estrés.