Si como padres disfrutáis comiendo sano, vuestros hijos también lo harán. Por eso, consideramos importantes las seis recomendaciones que nos dan especialistas de la Escuela de Medicina de Harvard en su blog
1. Mejor lácteos semi o destanados que enteros
Porque con este simple gesto reduces la grasa saturada y la cantidad de calorías que consumes. Si no puedes hacerlo de golpe pásate primero a lo semi-desnatado y después de forma paulatina pasa a lo desnatado por completo.
2. Aprovecha el poder de los frutos secos y las semillas
Están llenos de nutrientes beneficiosos que incluyen vitamina E, ácido fólico, potasio y fibra. Aunque muchos frutos secos son altos en grasa, esta grasa es principalmente insaturada, es decir, una opción saludable.
Hay que acostumbrarse a incluir los frutos secos en la lista de la compra. Como son altos en calorías por lo que lo mejor es emplearlos en lugar de otros tentempiés, pero no añadirlos a éstos, y tomar raciones pequeñas.
3. Prueba a no echar sal
Hay que usar menos el salero. Para ello prueba durante dos días a no poner nada de sal en la comida. Así, podrán reiniciar las capacidades que tienen tus papilas gustativas .
4. Prepara comida por anticipado al menos una vez por semana
Esto aumenta las posibilidades de elegir una opción saludable cuando se tiene prisa. Tener opciones saludables a mano te evitará la no tan saludable comida rápida.
5. Cinco al día
La verdura es una forma muy nutritiva de rellenar los platos y suele ser baja en calorías. Para ello, una vez por semana calcula con qué frecuencia estás tomando frutas y vegetales. Una ración equivale a media taza de fruta o vegetales troceados en la mayoría de los casos y en lo que se refiere a los vegetales frescos de hoja como lechuga y espinacas, una ración es una taza. Una vez que conozcas tu línea base, trata de añadir una ración más de fruta o vegetales al día. Comer más sano en 6 sencillos pasos
6. Prepara comidas deliciosas, atractivas y sanas
En un mundo ideal, la comida debería tentar a todos nuestros sentidos: tener un aspecto delicioso, oler y saber bien y tener una buena textura e incluso un sonido atrayente al masticar. Hay que empezar por pensar en la comida como algo que realmente se debe saborear y disfrutar.
Para conseguirlo, planea preparar y disfrutar de al menos una o dos comidas especiales a la semana. Una vez que tengas todos los ingredientes, pon la mesa de forma también especial. Tómate el tiempo para disfrutar del aroma, la compañía y todo lo que envuelve la comida.