Si tenemos en cuenta la situación actual, y el elevado precio del 'oro líquido', no es raro pensar los usuarios de dicho producto se planteen un posible cambio en sus hábitos de consumo.
El experto de UNIR apunta que "tenemos que tener en cuenta que el aceite de oliva suele incorporarse en las principales ingestas del día, es decir, en el desayuno, en la comida o en la cena, y que representa una fuente de compuestos antioxidantes que tienen muchos beneficios para la salud".
Partiendo de esa base, considera que "cualquier disminución de su ingesta tiene que ir equilibrada con el consumo de otros productos dietéticos que nos permitan alcanzar ese nivel de compuestos antioxidantes para que nuestra salud no se vea afectada".
¿Y cuáles serían esos alimentos? El primer sustituto que viene a la mente es el aceite de girasol. En este sentido, Fernández recalca que "es diferente al aceite de oliva", aunque sí que el experto señala que "puede presentar ácidos grasos insaturados, que son saludables para lo que es la salud".
Con todo, a su juicio, "tenemos que tener en cuenta que el aceite de girasol a nivel organoléptico no ofrece las mismas características que el aceite de oliva, entonces hay algunos platos que por otro motivo pueden verse modificados en cuanto al sabor".
De ahí que anima "a que a lo mejor tendríamos que ver otro tipo de alternativas". Por eso, apunta a otro producto "que quizá el consumidor no conoce del todo, pero que podría ser bastante viable, que es el aceite de orujo de oliva".
Un alimento que, además de un precio más económico para los bolsillos del consumidor, "al menos puede mantener parte de lo que sería la composición del aceite de oliva original".
Para Fernández, "el aceite de orujo, aparte de poder conservar parte de lo que es la propia materia prima, porque al fin y al cabo sigue saliendo de la oliva, también haría que el consumidor a nivel de sabor no se viese tan afectado por el cambio que puede suponer utilizar el aceite de girasol".
De todas formas, las alternativas supondrían una reducción en el consumo de aceite de oliva, considerado desde hace tiempo como básico en la dieta mediterránea, por lo que, preguntado el experto de UNIR por si ese descenso podría suponer algún perjuicio para la salud, señala que "todo depende de la composición de la dieta de esa persona y de los otros alimentos que pueda incluir".
Recuerda que las últimas recomendaciones que tiene la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición "son de poder incorporar el aceite en las comidas principales", además de que "antiguamente también se utilizaba otra medida, que eran los 40 mililitros diarios de consumo". "Pero todo eso depende también del número de personas que hay en el hogar y por supuesto del poder económico que tengan.
Pero en un principio, si son capaces de equilibrar el resto de alimentos que se consideran saludables en la dieta, la disminución del consumo no tendría por qué afectar negativamente a la salud", asegura Fernández.
Una especificidad que reseña el experto es que "el aceite de oliva, para poder tener todas esas recomendaciones saludables, se aconseja que se consuma en crudo" y, así, indica que "la mayor parte de las veces que se consume así es o acompañando a verduras o en el desayuno con la típica tostada con aceite de oliva".
Y Fernández defiende ese consumo en crudo, pero explica que "en el caso de tener que consumirlo a nivel de cocinado, ahí sí que podemos utilizar aceites que a lo mejor no sean virgen extra, que es el que ahora mismo tiene el precio más elevado, y sustituirlo por algún otro con menor concentración".
A ello ha sumado que "también debemos de ver el tipo de cocinado que realiza la persona puesto que si por ejemplo vamos a utilizar frituras, sí que tendríamos que utilizar el aceite de girasol".
Y, en el caso de las frituras o de otro tipo de cocinados, también llama la atención el experto sobre la reutilización del aceite, "porque cuanto más ácidos grasos poliinsaturados tenga por lo general empieza a ponerse malo o digamos que a enranciarse mucho más rápidamente".
En esta línea, apunta que "el aceite de oliva virgen extra no es de los principales que se recomienda para las frituras por su alto carácter en ácidos grasos poliinsaturados, siempre se prefiere que haya otro tipo de aceite que aguante más las altas temperaturas de fritura".
Respecto a las veces que un aceite se puede llegar a reutilizar, Fernández señala que "las temperaturas de fritura afectan mucho a la propia composición del aceite de oliva", por lo que, aunque se empleen metodologías de filtrado para intentar eliminar compuestos "no se recomienda que se reutilice más de 2 ó 3 veces".