Ahora, un nuevo estudio dirigido por investigadores del Hospital General de Niños de Massachusetts (MGHfC) y la Escuela de Medicina de Harvard ha descubierto que las preferencias y patrones de sincronización del sueño de los adolescentes deben considerarse factores de riesgo para la obesidad y la salud cardiometabólica, y que los efectos son mayores en las chicas que en los chicos.
Los investigadores enfatizaron la necesidad de patrones consistentes de sueño-vigilia durante la semana, incluso los fines de semana, para reducir el riesgo de obesidad y promover la salud cardiometabólica.
El equipo de investigación estudió a 804 niños que formaban parte del Proyecto Viva, un innovador estudio de cohorte puesto en marcha hace 20 años por investigadores del Harvard Pilgrim Health Care Institute, que siguió a madres y niños del área de Boston para caracterizar los factores de vida temprana que influyen en la salud a largo plazo.
Los científicos examinaron los cronotipos (preferencias vespertinas versus matutinas) y el "desfase horario social" (diferencias en el horario de sueño entre la escuela y los días libres) en niños de 12 a 17 años de edad. Los cronotipos nocturnos y el mayor desfase horario social se asociaron con una mayor adiposidad.
Según los investigadores, las familias deben alentar la consistencia en los horarios de sueño de sus hijos, así como ayudarles a mejorar su higiene de sueño al limitar los aparatos electrónicos y la cafeína por la noche.
Las escuelas también pueden desempeñar un papel importante al promulgar políticas que retrasan los horarios de inicio de la mañana y al facilitar que los estudiantes dediquen tiempo durante el día escolar a actividades académicas o deportivas que se retrasan cada vez más hacia la noche.
Desde un punto de vista clínico, los médicos deberían comenzar a incluir cronotipos y 'jet lag' social en su asesoramiento preventivo.