El estudio ha sido realizado en el centro de Investigación de Nestlé en Lausana (Suiza), el estudio comparó los platos que elegían los niños cuando ayudaban a preparar su propio menú y lo que consumían cuando no lo hacían.
¿En qué consiste en experimento?
A 47 padres acompañados por un hijo o hija de entre 6 y 10 años, y se les dijo que preparasen una comida hecha con varios elementos, incluyendo pollo empanado, ensalada, coliflor y pasta. La mitad de los niños decidieron participar en la elaboración de los platos, mientras que el resto de niños jugaba mientras su padre o madre preparaban la comida solos.
Los resultados muestran que un 76% ingieren más ensalada, un 27% más pollo y un 25% más de calorías en general que los niños no involucrados en esta actividad.
Independientes, orgullos y con emociones positivas, así es como se sentían los niños tras colaborar en el estudio.
Los nutricionistas involucrados han demostrado la importancia de cocinar padres e hijos juntos, no sólo por el consumo de alimentos más sanos sino también porque ambos valoran el tiempo que pasan juntos.
El estudio ha podido verificar que existe una relación entre el tiempo invertido en preparar la comida, el tiempo invertido en comer, así como en el disfrute de la comida. Es decir, los niños que pasan más tiempo en la cocina también lo pasan en la mesa y disfrutan más del momento.
Sólo queda estudiar los efectos a largo plazo, y ver cómo este hecho puede modificar los patrones de consumo y la elección de los alimentos.