A parte de los dientes, la ortodoncia también se encarga de revisar el crecimiento de los huesos del maxilar y la mandíbula.
Los padres creen que cuando los niños tienen los dientes definitivos es el momento correcto para llevarles al dentista, pero en realidad esto es demasiado tarde si hay que realizar un tratamiento.
Hasta que la malformación no es evidente, los padres tampoco suelen acudir al médico, sin embargo, hay casos en los que los propios doctores pueden prevenir esas irregularidades y podrían tomar las medidas necesarias para evitar la ortodoncia o una operación.
Cuando hay alteraciones en la mandíbula los dientes no encajan de forma correcta, lo que puede producir problemas de mordida, dificultades de equilibrio, dolores de cabeza, espalda, cuello y oídos, además de alteraciones en la fonación y en el habla.
Para que nada de esto ocurra o para prevenirlo en la medida de lo posible, los expertos recomiendan llevar a los peques sobre los seis o siete años al dentista y no cuando ya tienen todos los dientes.