Más del 70% de los niños duerme bien. Sin embargo, la especialista en ritmos de sueño en bebés y niños, Filipa Sommerfeldt, asegura haber conocido "a madres que han dejado de trabajar porque no pueden mantenerse despiertas. Padres que han tenido accidentes de coche por dormirse conduciendo. Madres y padres que se quedan físicamente enfermos por no dormir, que se enfadan o que se separan por estar siempre irritados". Añade que "esto no es normal. Los niños deben aprender a dormir. Todas las familias me dicen que son otros después de hacerlo. Aparte de que es muy importante para su desarrollo".
La mayoría de los niños no presentan problemas de sueño. Aunque tienen un aprendizaje creado "por error", que han asociado entre dormir y otros factores como comer o la presencia de los padres, por ejemplo. Como consecuencia, casi todos los niños que necesitan algo para dormirse, se suelen despertar varias veces durante la noche o duermen siestas muy cortas. Así, no descansan lo suficiente y tampoco dejan descansar a los padres. Esto si llega a cierto límite puede poner en riesgo su desarrollo y su salud.
"El verdadero problema surge cuando esta situación se alarga durante meses, e incluso años. La privación del sueño afecta a los niños en su desarrollo físico, cognitivo, en la forma en la que se conectan con sus padres, en cómo reaccionan ante la frustración. Y también afecta a los padres y a la armonía familiar", indica Sommerfeldt.
Las dificultades para dormir pueden ser causa de parasomnias o de cuestiones respiratorias o neurológicas. Son patologías que deben ser tratadas por un médico, aunque afectan a una minoría. La calidad del sueño también puede verse interrumpida por miedos, pesadillas, terrores nocturnos, ronquidos o apnea del sueño.
Para que los más pequeños aprendan a dormir de forma adecuada, la especialista deja los siguientes consejos, sencillos y útiles:
1. Acostarse temprano. Irse tarde a la cama causa enfado y llanto en los niños y eso les dificulta desconectar y tranquilizarse para conciliar el sueño.
2. Programar las siestas a una hora correcta. Si la siestas se desajustan, los niños pueden estar o muy cansados o muy activos.
3. Dormir sin la ayuda de los padres. Que los niños se queden dormidos mamando, estando en brazos o en movimiento provoca que si se despiertan y no encuentran lo mismo, lo pidan.
4. Mantener una rutina tranquila. De este modo, el pequeño se sentirá preparado a la hora para ir a dormir y no le pille por sorpresa.
5. Ir sin prisa. Si el niño percibe prisa o falta de tiempo puede alterar sus ganas de dormir.
6. Deben conseguirlo solos. Los padres pueden ayudarles a estar calmados pero dormir es un logro que deben alcanzar solos.