El estudio, que se ha publicado en la edición digital de 'Environmental Health Perspectives', muestra un aumento del peso durante la adolescencia en los niños expuestos al humo del tabaco o la contaminación del aire por el tráfico en comparación con los niños sin exposición a cualquiera de estos contaminantes. Esta investigación se basa en estudios previos que muestran que la exposición al humo y a la contaminación del aire por partículas causa enfermedades cardiacas y pulmonares.
La obesidad infantil se ha duplicado en los niños y cuadruplicado en los adolescentes en los últimos 30 años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Los jóvenes obesos son más propensos a sufrir problemas de salud, como tener colesterol alto, presión arterial alta, diabetes, problemas de huesos y articulaciones, estigmatización social y problemas de autoestima.
El estudio de la Universidad del Sur de California examinó la exposición de más de 3.000 niños al humo de tabaco durante el embarazo de sus madres y al humo de segunda mano, así como los efectos de la contaminación atmosférica de las carreteras transitadas, y analizó su relación con el índice de masa corporal.
"Los kilómetros recorridos en coche, la exposición a algunos componentes contaminantes cerca de la carretera y la construcción de viviendas han aumentado en Estados Unidos durante las últimas décadas, correspondiéndose con la epidemia de obesidad infantil", señala el autor principal del estudio, Rob McConnell, profesor de Medicina Preventiva de la Escuela de Medicina de la USC.
Los niños participantes se inscribieron a los 10 años de edad en el Estudio de Salud de los Niños de California del Sur, que comenzó en 1992 a vigilar los efectos a largo plazo de la contaminación atmosférica en los menores. Los niños fueron seguidos anualmente durante ocho años hasta los 18 años de edad, siendo la mayoría blancos no hispanos o hispanos.
Los investigadores estimaron la exposición a la contaminación cercana a la carretera, teniendo en cuenta el volumen de tráfico, lo cerca que los niños vivían de las carreteras y la dirección predominante del viento. Al inicio del trabajo, se utilizó un cuestionario para los padres y con el fin de determinar la exposición al humo de tabaco de por vida.
"Se necesita más investigación para determinar si los hallazgos pueden ser replicados en otras poblaciones, reconoce McConnell, y para evaluar tanto la contribución potencial de las fuentes de combustión a la epidemia de la obesidad como el potencial impacto de las intervenciones para reducir la exposición".