Utilizar el móvil o la tableta para que los menores coman de forma mecánica es uno de los errores más frecuentes. Esto impide que nuestros hijos desarrollen sus habilidades de interactuación social y de interactuación con los alimentos. Difícilmente sabrán lo que están comiendo y podrán mantener una conversación con los que están a su alrededor si están centrados en ver los dibujos de una pantalla.
El recurrir a esas herramientas para que se ajusten a niños en situaciones sociales en las que no son adecuadas es un fallo. Esas herramientas sí pueden ser muy útiles mientras no sean las protagonistas de la alimentación o el ocio.
Otro de los errores más comunes consiste en dar a los pequeños un menú diferente al que consumen los adultos. En el menú infantil suelen prevalecer alimentos menos sanos como los fritos o la carne procesada y escasean las verduras y las frutas.
Obligar a comer al niño también es algo que suelen hacer los padres o los abuelos y que los expertos no recomiendan. Y es que en un contexto social como el nuestro, un niño no va a pasar hambre por no terminar un plato.
Cuando a un niño se le obliga a comer o se le distrae con los dibujos para ir metiéndole cucharadas en la boca corremos el riesgo de cargarnos el mecanismo de apetito y saciedad que indica al pequeño cuando siente hambre y cuando tiene que parar de comer. Lo que puede abrir la puerta a relaciones poco salubables con la comida.
Por último, un truco. Si nuestro hijo es caprichoso con la comida y solo come lo que le apetece, la clave está en tener a su alcance en casa solo alimentos saludables, así no caerá en tentaciones.