El estudio ha considerado que los niños tendrían que dormir un mínimo de 10 horas y los adolescentes 8 horas, puesto que descansar menos tiempo de lo que se valora como óptimo es uno de los mecanismos que explica un crecimiento del riesgo de ser obeso.

El artículo científico, liderado por el doctor Abel López Bermejo y publicado en la revista 'International Journal of Obesity', constata que la falta de sueño se asocia a la obesidad de los niños antes de que empiecen la pubertad, sobre todo si presentan un riesgo genético.

Los responsables del artículo han recordado que la obesidad continúa aumentando en países desarrollados como EE.UU. --donde el 60% de la población tiene sobrepeso u obesidad-- porque, aparte de dormir poco, se relaciona con un estilo de vida menos saludable, tanto en dieta como en actividad física.

La investigación del IDIBGI es el resultado de un estudio clínico realizado entre 2009 y 2011 --a 300 niños de entre 5 y 10 años-- y ahora se tendrá que confirmar a través de un estudio experimental, puesto que todavía se desconoce por qué la causa de dormir poco incrementa el riesgo de ser obeso.