El deporte, realizado de forma adecuada, promueve a los niños a relacionarse con su entorno y a mantener unos hábitos de vida saludable. Estos pueden integrar el deporte como parte de su rutina, lo que favorece un buen desarrollo físico y mental.
Además de reducir la aparición de ciertas enfermedades, como las relacionadas con el exceso de peso, el deporte ayuda a inculcar valores en el menor como el compañerismo. Pero el factor clave para que estos beneficios sean efectivos es adecuarlos a su edad, condición física y psicológica.
La infancia es el momento clave para que los niños adquieran el hábito de hacer deporte. A partir de los tres años, los peques pueden comenzar a realizar deportes individuales como la natación, el tenis o las artes marciales que fomentan la concentración y la disciplina.
De esta forma, los niños formaran un sentimiento de orgullo al alcanzar distintas metas, y desarrollaran condiciones físicas como psicomotricidad y la coordinación.
A la edad de los siete u ocho años, vuestros hijos pueden empezar a practicar deportes grupales como el fútbol o el baloncesto, entre tantos otros. Estos suponen una actividad física mayor que les proporcionara más fuerza. Además, los peques aprenderán a trabajar en equipo y a asumir papeles y responsabilidades.
Los deportes en equipo también son beneficiosos para los niños nerviosos o con hiperactividad, porque les permite liberar gran cantidad de energía y les ayudará a descasar mejor por la noche.
El deporte, en general, ayuda a los niños a mejorar las habilidades de socialización, la seguridad personal, a aumentar la autoestima y es un punto clave para un crecimiento saludable.