Antes del estudio ya se tenía evidencia de que en los adultos el elevado consumo de comida para llevar está asociado con una dieta de peor calidad, más grasa corporal, más riesgo de diabetes tipo 2 y de enfermedad cardíaca. Con este estudio, los investigadores han querido averiguar si una dieta similar en niños podría tener las mismas consecuencias para la salud.
Para la elaboración del estudio, preguntaron a 1.948 niños, étnicamente diferentes, entre 9 y 10 años, de 85 escuelas primarias de Londres, Birmingham y Leicester sobre sus hábitos alimenticios: Tipo de alimentos su proveniencia y la frecuencia con la que tomaban comidas para llevar.
Los investigadores estimaron el tamaño de las porciones, calcularon la densidad de energía y los niveles de nutrientes de los alimentos ingeridos. Además, midieron la altura, el peso y la circunferencia de la cintura, el grosor del pliegue cutáneo y la composición de grasa corporal de los pequeños. También tomaron su presión arterial y muestras de sangre para analizar el colesterol.
Uno de cada cuatro niños, el 26%, afirmó que nunca o casi nunca tomaba comidas para llevar, el 46% explicó que tomaban una comida para llevar menos de una vez a la semana y el 28% reconoció que consumía este tipo de comida, al menos, una vez a la semana. En general, los niños eran más asiduos a este tipo de alimentación que las niñas.
Los menores que consumían comida para llevar de forma habitual tenían más grasa corporal y mayores niveles de colesterol, que los que no.
Los alimentos para llevar tenían más energía y menos proteínas y almidón, vitamina C, hierro, calcio y ácido fólico. Los expertos señalan que si este hábito dietético se mantiene podría desencaderan problemas de salud posteriores.
Para concluir, los investigadores han destacado que "estos resultados sugieren que un aumento en el consumo de comida para llevar, probablemente tenga consecuencias adversas para la salud pública y la desaconsejan activamente".