La Fundación Alimentación Saludable, define estos compuestos como "un tipo de aditivos alimentarios que proporcionan color a los alimentos". Si están presentes en los alimentos se consideran "naturales" pero si se añaden a los alimentos durante su procesado, mediante la intervención humana, se denominan "artificiales".
Los artificiales abundan en golosinas, gelatinas, snacks, cereales procesados, platos precocinados o algunos fiambres, pero sobre todo en las bebidas azucaradas o refrescos. "Normalmente, se utilizan para hacer el producto más apetecible y bonito a simple vista", avisa.
Es fundamental consultar el etiquetado de los alimentos, ya que cada vez hay más problemas de salud relacionados con el consumo de colorantes. Los colorantes "azoicos" son los que más controversia generan por los múltiples casos de alergias con los que se le relacionan.
En concreto, hay seis colorantes azoicos incluidos en el Reglamento 1333/2008 de la UE, el cual obliga a identificarlos e incorporar en el etiquetado "puede tener efectos negativos sobre la actividad y la atención de los niños". Estos son:
E-102 Tartracina.
E-104 Amarillo de quinoleína.
E-110 Amarillo anaranjado.
E-122 Carmoisina.
E-124 Rojo cochinilla A.
E-129 Rojo allura AC.
La Fundación Alimentación Saludable resalta el E-102 o tartracina porque "es el colorante que más está dando que hablar últimamente". Es soluble en agua y da un color amarillo-anaranjado, y además es un gran potencial a nivel comercial ya que al mezclarse con otros colorantes azulados, puede obtenerse una tonalidad verde".