En España 29.000 niños padecen algún tipo de diabetes y se estima que en cada centro escolar puede haber hasta 4 menores con esta enfermedad, un dato que se elevaría si se realizaran las pruebas necesarias a todos los escolares, según la Fundación para la Diabetes.
Mientras que la diabetes tipo 2 en niños está muy ligada a la obesidad y al sobrepeso, la tipo 1 es la tercera patología crónica más común en la infancia.
Ambas situaciones pueden ser graves para un niño que está en periodo de crecimiento y, por tanto, sus familias o cuidadores, a través de un médico, tienen que ser capaces de controlar los niveles de insulina y la glucemia.
Además, los padres tienen que estar atentos a posibles síntomas de diabetes que sus hijos puedan presentar, como la necesidad de orinar con frecuencia, la sed excesiva o la pérdida de peso en pocas semanas.
Aunque en la actualidad resulta imposible hacer que el páncreas vuelva a crear insulina, los controles del nivel de la glucosa e insulina permiten tener un buen control de la diabetes, acompañado siempre de un tratamiento diario de insulina, una correcta alimentación, deporte y una buena educación diabetológica para toda la familia.
Por tanto, es importante normalizar la enfermedad e informar al niño sobre la enfermedad con una educación y sensibilización para que aprenda a vivir con ella y pueda seguir el tratamiento de forma correcta.
Resulta fundamental seguir fielmente la dieta prescrita, evitar los hidratos de carbono simples como el azúcar, y no olvidar las necesidades básicas de vitaminas, minerales y proteínas de un niño.
El ejercicio físico como el que hace cualquier niño de su edad es un factor importante que resulta beneficioso porque mejora la sensibilidad a la insulina.
El control de los niveles de la glucosa se realiza varias veces al día con una analítica de glucosa. Dichos controles se deben realizar a determinadas horas, antes y después de comer, al acostarse y antes de realizar algún ejercicio físico, a parte de las ocasiones en las que existan sospechas de que los niveles pueden estar bajos.
Para que el niño pueda tener el autocontrol de la enfermedad, es recomendable enseñar al niño a aplicarse las inyecciones, inicialmente bajo la supervisión de los padres o de los profesores, para conseguir que no tengan miedo a los autoinyectores porque son fáciles de manejar y prácticamente indoloros.
También es importante enseñarles cómo subir rápidamente lo niveles de glucosa con algún alimento azucarado o, en el caso contrario, aplicar el tratamiento de glucemia cuando los niveles de azúcar son elevados.
Por último, es imprescindible crear una relación de confianza con el médico que lleva el caso del niño y consultar cualquier tipo de duda que pueda surgir.