Alimentos como los aceites vegetales, los frutos secos o las verduras de hoja verde son muy ricos en vitamina E, con propiedades antioxidantes y una de las responsables de ayudar a nuestro organismo a mejorar sus defensas.
Se trata de una vitamina que, principalmente, se encarga de facilitar las tareas de otras, como la vitamina A o la K, así como de favorecer el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Y si bien es bastante complicado presentar déficit de vitamina E, esta situación puede darse en personas fumadoras o en aquellas que toman una dieta muy baja en grasas saludables.
Gracias a la vitamina E, que actúa en nuestro organismo como un antioxidante y contribuye a la protección de las células frente a la oxidación ocasionada por los radicales libres, se estimularía nuestro sistema inmunológico. Además, también favorece la función anticoagulante de nuestro organismo, y ayuda al desarrollo correcto de la vitamina A, evitando su oxidación en el intestino.
Por otra parte, todo tipo de estudios para prevenir o combatir enfermedades e infecciones se han centrado en las funciones antioxidantes de esta vitamina; aunque de momento no se puede confirmar que la vitamina E sea clave para evitar el desarrollo de enfermedades como el cáncer, la demencia o enfermedades cardiovasculares, causadas por el daño oxidativo.
Sin embargo, dietas como la mediterránea, que incluyen alimentos como los frutos secos, la fruta y la verdura, y sobre todo, el aceite de oliva, rico en vitamina E, contribuyen a mejorar nuestra salud.