Realizar actividad física además de servir para combatir la obesidad, disminuye los valores de presión arterial, mejora la capacidad de regulación de los niveles de azúcar en sangre al mejorar la sensibilidad a la insulina y contribuye a mejorar la condición cardiorespiratoria.
Caminar al colegio se ha asociado a un menor índice de masa corporal y contribuye a disminuir el exceso de peso a través de un incremento del gasto calórico, además de que ayuda a prevenir la obesidad abdominal independiente de otros factores de carácter demográfico, dietas, porcentaje de grasa corporal o minutos dedicados a la actividad física.
Unos resultados que pueden ser especialmente prometedores para los jóvenes con obesidad, ya que caminar al colegio puede ser una estrategia fácil de implementar en la actividad diaria y efectiva para controlar y reducir la obesidad.
Del mismo modo, a nivel emocional se ha demostrado que la práctica de la actividad física diaria incrementa la autoestima y disminuye el riesgo de caer en trastornos del área emocional (ansiedad, depresión). Además, favorece los momentos de encuentro entre padres e hijos y fomenta el establecimiento de nuevas amistades, potenciando el sentimiento de pertenencia al grupo.
También beneficia al planeta
Pero ir caminando al colegio no sólo beneficia a la salud de los niños sino, también, al planeta porque reduce la contaminación atomosférica urbana (CAU), uno de los mayores retos en salud medioambiental del presente siglo para la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que es responsable del 19 por ciento de toda la mortalidad cardiovascular.