La vitamina C es una vitamina soluble en el agua que el cuerpo humano no puede sintetizar, por ello debemos obtenerla a través de los alimentos que tomamos a diario. Los expertos recomiendan que tomemos alrededor de 70-80 mg al día o tres raciones de frutas y dos de verduras.
Por tanto, es fundamental para nuestra salud y más, si cabe, para la de los niños, por lo que debe estar presente en su dieta. Además de las naranjas y los cítricos, hay otras frutas, como los kiwis o las fresas, que la incluyen.
Pero las verduras también contienen esta vitamina, sobre todo las de hoja verde como las espinacas, la lechuga o el repollo. También, el pimiento es rico en Vitamina C.
Todos estos alimentos suelen ser más sensibles y para minimizar su pérdida es necesario prestar atención a las condiciones de conservación. Por ejemplo, podéis comprar hortalizas y frutas frescas de calidad y consumirlas lo más pronto posible o almacenarlas en un lugar fresco, seco y alejado de la luz.
Esta vitamina aporta grandes beneficios a los pequeños de la casa ya que contribuye al funcionamiento de su sistema inmunitario, mejora la absorción del hierro en alimentos de origen vegetal y es un potente agente antioxidante.
Sin embargo, los expertos no creen que ayude a una rápida curación de los resfriados, puesto que se ha demostrado que no acorta la duración de las infecciones, ni reduce sus síntomas. Además, recuerdan que es necesario tomarla en cantidades pequeñas y acompañadas de una dieta variada y equilibrada.