El 14 y 15 de octubre, cientos de personas fueron testigos de cómo las llamas, provocadas por 264 incendios forestales, arrasaban con todo lo que encontraban su paso. En Galicia llevan años viendo arder sus montes. Sobre todo en Orense, la provincia más envejecida de la comunidad. Lo que nunca habían visto era cómo, en un solo fin de semana el fuego podía calcinar 49.000 hectáreas. Los incendios forestales se producen por causas muy diferentes pero, las consecuencias son, sobre todo, ambientales. El eucalipto, que ocupa el 17% de la superficie forestal en Galicia, es un gran enemigo de los incendios ya que es un árbol que arde con mucha facilidad y propaga el fuego con mucha rapidez. Las llamas han acabado con zonas de alto valor ecológico, como los castaños centenarios de la reserva natural de Los Ancares, en Lugo. Montes más jóvenes, como los periurbanos de Vigo, también han sufrido la invasión de los incendios forestales. Además, las llamas han puesto en peligro hábitats de animales amenazados como el oso pardo y el urogallo. Por ello, las asociaciones ecologistas apuestan por la multifuncionalidad de usos en el monte y por la utilización de especies autóctonas Los incendios han dejado un panorama desolador y los expertos consideran que, lamentablemente, habrá que esperar veinte o treinta años para volver el monte gallego como estaba.