Organizaciones ecologistas de todo el mundo subrayan la importancia de reducir nuestro consumo de carne. No solo por los beneficios que tendría para nuestra salud comer menos carne roja, sino por las ventajas medioambientales que se derivarían a todo el planeta. Europa se ha convertido en el mayor consumidor de carne de todo el mundo. Una situación que obliga a criar muchos más animales de los que podrían mantenerse con recursos propios, y que, por tanto, resultaría en un mayor gasto. Tanto en la producción de pienso y comida para estos, como en la posterior creación de productos cárnicos. Además, de esto se extrae un considerable aumento de las emisiones contaminantes a la atmósfera derivadas de sendos procesos. Sin embargo, el mayor problema se queda en aquellos países encargados de los cultivos de soja, que se acabará convirtiendo en el pienso para la alimentación de la ganadería industrial europea y del resto del mundo. Este monocultivo de soja, que suele reducirse a áreas de Brasil, Argentina o Paraguay, originaría la pérdida de millones de hectáreas en las selvas latinoamericanas, más en concreto, sería el responsable de la deforestación del Amazonas. Para evitar, tanto la deforestación de las selvas, como la elevada contaminación de la atmósfera, consecuencia de las emisiones descontroladas de la ganadería industrial, ONGs como Amigos de la Tierra, piden reducir el número de animales, a solo aquellos que puedan subsistir con los recursos, pastos y cultivos propios de cada región.