Los combustibles basados en energías renovables constituyen el futuro de la movilidad, siendo necesario cambiar el uso del petróleo por otras soluciones que emitan menos CO2 para cuidar el planeta. Así lo afirma José María González, director general de APPA Renovables. En este sentido, la principal solución es la electricidad, porque su producción no emite C02 y porque constituye el vector energético más sencillo de descarbonizar. De este modo, utilizar un vehículo eléctrico en España significa que la mitad de su kilometraje está libre de emisiones. Sin embargo, el uso del coche eléctrico presenta algunos inconvenientes como el precio, que es más alto que el de un coche de combustión, aunque se estima que en cuatro o cinco años las cifras se igualen. También requiere mayor complejidad a la hora de gestionar la producción de las baterías y su autonomía. Además, a pesar de que ya hay instalados varios puntos de recarga, siguen sin ser suficientes para hacer de este un combustible accesible para todo el mundo. Otra alternativa es el gas natural, un combustible fósil que resulta menos ‘sucio’ que la gasolina y el gasóleo porque emite menos CO2 por cada kilómetro recorrido, pero su uso tampoco está libre de las emisiones que provocan el efecto invernadero. El hidrógeno también puede llegar a ocupar un lugar en el futuro, siempre y cuando se trate de ‘hidrógeno verde’, limpio y que no produzca emisiones. En la actualidad, la producción de hidrógeno se basa en combustibles fósiles, principalmente el gas natural. Por su parte, los biocarburantes también tendrán su función en el futuro de la movilidad, porque todas las fuentes de energía son necesarias, por lo que es necesario trabajar en ello para obtener biocarburantes sostenibles y respetuosos con el entorno.Finalmente, cabe destacar que las ciudades también ponen a disposición de la población transportes públicos más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente como el metro, un coche eléctrico poco contaminante y muy eficiente en materia de consumo de energía.