Una de las soluciones que plantean los científicos es la acuicultura, que consiste en el cultivo en condiciones controladas de especies que se desarrollan en el medio acuático. A lo largo de España hay más de 5.000 establecimientos en las costas y de nuestro territorio, sin embargo, no termina de ser una actividad sostenible porque para poder alimentar a todos los pescados deben seguir extrayéndose productos pesqueros de los océanos.
"Hay que sacar otros recursos de la tierra como por ejemplo productos procedentes de la agricultura que en muchos casos proceden de la forestación. En el caso del atún hacen falta 20 kilos para que engorde un solo kilo", dice Marta. Estos productos luego se exportan a países como Japón, la acuicultura proporciona el 43% del pescado que se consume, según los datos de Greenpeace, España es el mayor productor de mejillones, la mayor parte se encuentran en la costa gallega, es una forma de acuicultura porque su extracción es sostenible.
La alimentación de las especies carnívoras es más problemática que la de las herbívoras, es menos sostenible porque deben encontrarse otros animales para alimentarlas. En España se cría sobre todo dorada, lubina, rodaballo, atún rojo y mejillones. Existen numerosos establecimientos de granjas de atún rojo que están más controladas que las de la lubina, en las que hay cantidades abrumadoras en el Mediterráneo que son difíciles de controlar. La alimentación de los peces genera deshechos como las heces o los alimentos no consumidos. Los plaguicidas son usados para tratar las heces de los peces y se dispersan por tierra y mar, en mar es más complicado controlar esta problemática porque se dispersan con las corrientes marinas.